jueves, 14 de abril de 2011

VOTAR O NO VOTAR…HE AHÍ LA CUESTION

Una pregunta rondaba por mi mente desde que supe del resultado de la primera vuelta “¿ y AHORA, QUE HAREMOS?” y como yo piensa el resto de peruanos que votó por algún candidato de derecha o centro derecha. No se equivoquen, no pienso hacer proselitismo político, ni campaña por uno u otro candidato a la segunda vuelta o por la “tercera opción”. Por el contrario, lo que quiero es hacer una pequeña reflexión sin caer en clichés espiritualoides o berrinches resentidos o meter más leña al fuego, por más que quiera…y lo digo con total sinceridad.

Somos seres humanos y como tales vivimos en el planeta tierra dentro del contexto de una comunidad a la que llamaremos Perú. Ojo, aclaro que no soy ni pretendo ser analista política ni gran conocedora de las Escrituras, así que no esperen de estas líneas un “análisis político desde el punto de vista bíblico” porque estarían perdiendo su tiempo.

Entonces, volviendo a mis filosofadas rorrales me preguntaba ¿porqué estamos en el panorama que estamos? ¿Por qué en esta disyuntiva? ¿Porqué el deja vú? y por otro lado ¿qué papel hemos jugado los cristianos? Tampoco esperen respuestas, pues. Sin embargo…

Mis estimados bloggeros, tienen todo el derecho de estar molestos, frustrados y preocupados (este es mi caso) si vuestro candidato no pasó a segunda vuelta o alegres, satisfechos y optimistas si es que sí lo hizo. Ambos estados de ánimo son respetables y entendibles. Nadie piensa igual, nadie tiene la misma forma de ver las cosas. Es política, simplemente eso y siempre ha encendido pasiones, como el fútbol (jamás entenderé porqué es tan “apasionado” mirar a once hombres patear una pelota de un lado al otro de la cancha) y lo hace por la simple razón de que ellos, quienes ocupan cargos públicos, son los encargados de velar por el bienestar de la sociedad: el tuyo, el mío y del gato del vecino. Entonces, como siempre sucede, cada quien quiere que sus intereses prevalezcan sobre el otro o que hagan tal o cual cosa de la manera que a nosotros nos parece mejor o que lo haga fulanito o menganito porque nos parece más capacitado o simplemente nos cae mejor. Así se forman los partidos políticos, por coincidencias de pensamiento, de ideología o de intereses y nosotros tenemos el deber y el derecho de votar por aquellos que se acerquen más a nuestra línea de pensamiento.

Es un error pensar que el cristianismo y la política no pueden funcionar juntos. También es una equivocación pensar que los cristianos no pueden entrar en política o tener una ideología política. Es más bien, todo lo contrario. Tener una idea o vocación política no te hace menos cristiano ni cristianoide, ni cristiano frío o hipócrita. El meollo de todo esto es que Dios nos llama a cada uno a realizar una tarea específica, dentro o fuera de la congregación, dentro o fuera de nuestro país o al servicio público o privado. Mas allá de eso, como todos los mortales, tenemos el derecho de tener una idea clara de cómo queremos que funcione nuestro país y quienes queremos que nos representen en el gobierno.

Empecemos por entender que elegir a nuestros gobernantes por voto popular está en la Biblia y es una demanda de parte de Dios para cada nación.

“Escojan de cada una de sus tribus a hombres sabios, inteligentes y experimentados, para que sean sus jefes." Deuteronomio 1:13 (NVI).

Moisés y los israelitas están dando vueltas por el desierto y se multiplicaron muchísimo (comprendemos, no había tele) y la carga del gobierno estaba muy por encima de la capacidad física (y noten que digo física) de Moisés,

“En aquel tiempo les dije: "Yo solo no puedo con todos ustedes” Deuteronomio 1:9

Entonces, Moisés le pidió al pueblo que eligieran jueces de entre el pueblo para que ayuden a Moisés en esta tarea que era gobernar o juzgar al pueblo.

“Escojan de cada una de sus tribus a hombres sabios, inteligentes y experimentados, para que sean sus jefes." Deuteronomio 1:13 (NVI).

El pueblo escogió o votó, como le diríamos hoy en día y escogió a sus gobernantes. Supongo que no todos estarían de acuerdo con los escogidos, pero como diríamos hubo consenso (Deut. 1:14) es decir, el pueblo se puso de acuerdo y aceptó a quienes habían sido elegidos para esa tarea, y Moisés delegó su autoridad a ellos.

“Así que tomé a los líderes de sus tribus, hombres sabios y experimentados, y les di autoridad sobre ustedes. Los puse como jefes de grupos de mil, de cien, de cincuenta y de diez, y como funcionarios de las tribus” Deuteronomio 1:15 (NVI).

Queda claro, entonces, que los cristianos estamos obligados cumplir con esta demanda, el de elegir a nuestras autoridades y someternos a ésta (Romanos 13:1-4).

Así que ya pasó la primera vuelta y estamos en una disyuntiva ¿votar por uno? ¿Votar por otra? ¿No votar?

Como cristianos y entendiendo nuestra responsabilidad no podemos dejar de elegir, por tanto no podemos votar en blanco o viciado.

Con nuestro voto en blanco avalamos la ausencia de gobierno, es como decir “no me importa quien salga elegido, no escojo, que gobierne a quien le dé la gana”. Mientras con el viciado mostramos una tendencia a la anarquía “me llegan los que están acá, no me gusta así que me rebelo”.

Por el otro lado y refiriéndome específicamente a nuestras circunstancias, es entendible nuestra renuencia a escoger alguno de la lista por muchas razones. Ambos tienen carga criticable. Pero debemos escoger. No podemos pedir perfección, pero podemos escoger a quien de entre los dos se acerque más a nuestra escala de valores, lo más cercano a quien nos gustaría que sea nuestro gobernante ideal, aunque en nuestra escala del 1 al 10 se acerque a 0.5, piña. Muchos piensan que votar por uno o por otro recaerá en sus conciencias, creo que es mas bien todo lo contrario.

Tarea difícil para todos ¿verdad?

Finalmente, recordar que la higuera está floreciendo. No podemos esperar naciones viviendo en la utopía, así como tampoco que por ser cristianos viviremos en una burbuja de paz y armonía escondidos en nuestros bastiones espirituales ajenos a todo lo que sucede a nuestra alrededor, mientras las demás naciones y los no cristianos se pudren en la inflación, la guerra civil o los desastres naturales. Hemos sido bendecidos con 10 años de relativa paz interna, donde el Perú ha podido ver un poco de luz y de crecimiento económico y donde aún disfrutamos de libertad de expresión y de culto. Nos ha tocado nuestra cuota de escasez y sufrimiento, quizá antes que a todas mas demás naciones vecinas y quizá por eso Dios nos ha permitido tener este tiempo. Sin embargo, el mundo se prepara la segunda venida de Cristo, pero antes de su antagonista a quien recibirán con los brazos abiertos porque justamente, el mundo y su economía y su estructura moral se desmoronaron, porque el mundo destruido y corrompido estará en busca de un “salvador” que les prometa “paz y seguridad”. Así que no seamos ilusos y abramos los ojos a la realidad. Quizá no sea este año, ni el próximo, a lo mejor será dentro de 5, 10 o 20 años, pero la Biblia nos advierte que habrá maldad, que habrá guerras, divisiones e inmoralidad aumentado exponencialmente ¿y nosotros pedimos utopías? Hagamos nuestra parte, votemos por quien nos de un poco más de aire antes de la zambullida, quien nos mantenga en un estado de derecho, que demuestre respeto por la vida, que crea en la democracia y en la libertad de culto y expresión. Más allá de eso, es pedirle peras al olmo.

Sí, somos cristianos. Sí, Dios es fiel y nos provee para todas nuestras necesidades. Pero somos parte de este mundo y las circunstancias que nos rodean afectan nuestra economía, nuestro día a día, y nuestra libertad individual y colectiva. Quizá después de la segunda vuelta tengamos más o quizá tengamos menos que antes, como siempre digo, la prosperidad no se traduce en abundancia de dinero o de bienes, sino en la capacidad de lograr afrontar esas circunstancias en completa paz, esa que el mundo no entiende ni entenderá, que podremos alimentar a nuestras familias y vivir confiados cualquiera que sea nuestro destino. Ese es el verdadero milagro del que habla la Biblia.

Espero comentarios...aunque me apaleen.


Mary