sábado, 11 de junio de 2011

¿YA SACASTE TU PASAPORTE? Reflexiones para el Perú… luego de la tinta indeleble

¡Por fin terminaron las elecciones! Para mí, han sido meses y meses de náusea total: La ropa sucia, la limpia, la de uno, la del otro y hasta la del vecino, se han lavado a vista y paciencia de todo el Perú y balnearios, con el beneplácito de unos y el horror de otros. Los peruanos hemos vivido un tiempo cargado de violencia, de mala leche, de resentimientos, de odios, de vendettas personales y grupales, hemos sido testigos, una vez más, de cómo cada quien busca su propio beneficio a cualquier costo: político, social, moral o espiritual (porque nada en este mundo es gratuito). Podríamos empapelar el globo terráqueo con las razones para tal comportamiento, correctas e incorrectas, justificables o no y lo más probable es que tendríamos que remontarnos miles de años hacia atrás, pero no pretendo gastar mi precioso tiempo y el de ustedes hablando de política. Francamente, estas dos elecciones tan polarizadas, sucias y violentas, nos han dejado cansados y hastiados, pero ha llegado el momento de dejar todo eso atrás y mirar hacia adelante. Y es ese el tema que quiero tratar ahora, porque ¿quién no está haciéndose preguntas en este momento? ¿quién no anda preocupado o quien no ha empezado a plantearse estrategias? y generalizo, porque todos estamos apretujados en ese mismo coche, sean creyentes o no.

Así que permítanme comentar algunas cosas que he percibido en estos pocos días poselecciones dentro y fuera de la iglesia.

DE PALABRAS… Y PALABRAS.

Hace un par de días me comentaron que en una congregación, “un@ profet@” (no estuve allí, no me consta que lo sea o no lo sea) había dicho que la iglesia “iba a dar un giro, que iba cambiar”, a lo que inmediatamente mi interlocutor añadió su apreciación personal “eso solo puede significar pruebas, así que, bla, bla…”.

Me permito estar en desacuerdo con ambas cosas (la “palabra” y la apreciación”) por lo siguiente:

Una verdadera palabra profética no es parcial, no está sujeta a voluntad humana ni a coyunturas políticas, sucesos desagradables, desastres naturales o tiempos de bonanza o crisis económica (con esto no estoy diciendo que Dios no pueda hablar a la iglesia en un momento o situación determinada) porque fíjense que quizá nuestros hermanos cuya opción política resultó ganadora estarán felices y se sentirán bendecidos, esperanzados y optimistas y hasta me atrevería a decir que la “palabra profética” que estarán recibiendo será de “lluvia de bendiciones” para el Perú y etc, etc. Todo lo opuesto a lo que pueden estar recibiendo en el otro bando que ya empiezan a trazar planes para capear los tiempos “difíciles” que le tocará vivir al país, para las “vacas flacas” y estas palabras “proféticas” como la expuesta líneas arriba se lanzan a diestra y siniestra para respaldar este sentir, ocasionando temor, preocupación y desazón dentro del cuerpo de Cristo. Por lo cual concluimos que todo depende del lado del espejo en que lo mires.

Dicho esto me pregunto: ¿en qué quedamos? ¿son tiempos de prueba o no lo son? ¿quién tiene la razón? O siendo un poco más aguda preguntaría ¿quién es profeta y quién no lo es? ¿a quién le hacemos caso?

Francamente y lo digo con una mano en el corazón, siempre he sido extremadamente escéptica con eso de los “profetas” y las “palabras proféticas” o con el muy mentado sonsonete evangélico ese de que “te lo digo de parte de Dios” o la muy de moda del “siento de parte de Dios” No me digan que nunca se han cruzado con uno de estos hermanos que se las dan de santos elegidos y se lanzan a “canalizar” tal “palabra de parte de Dios” que hasta el Huachano queda como un bebé de cuna ante tal necedad. Y los que los escuchan son todavía peores que estos pobres desubicados (que pecan más de ignorancia que de altivez), porque andan detrás de ellos como quienes van a que les lean el tarot para saber “qué opina Dios” o si Dios les va a contestar o no, si se van a casar o no ¡Ay caray! ¡Santos Borregos, Batman! Ojo, que con esto no estoy afirmando que no existan hermanos con un ministerio profético probado o que en un momento específico algún cristiano o tú o yo, podamos recibir una palabra de ciencia, de sabiduría o una palabra profética verdaderamente inspirada. Yo creo en los dones del Espíritu Santo.

El problema en sí, está en la ignorancia (de la Palabra de Dios), como siempre.

No nos confundamos. La profecía, bíblicamente hablando, no es sinónimo de “ver el futuro” a lo bola mágica, así como tampoco es poseer un don de adivinación o la capacidad de cambiar mágicamente nuestro futuro o circunstancias otorgándole poder a nuestras palabras, pensamientos o actos. Una palabra profética verdadera nunca caerá en contradicción con la Biblia, no sembrará pánico, no generará división, no pretenderá crear nuevas doctrinas o “visiones” o deidificar a cierto predicador o guía espiritual.

En este punto es bueno recordar que la profecía, como todo don espiritual, debe cumplir dos propósitos fundamentales: el de glorificar a Dios (Efesios 3:21) y el de edificar, consolar y exhortar al cuerpo de Cristo (1ª Corintios 14:3, Efesios 4:12) no para fundar nuevos movimientos o vaticinar desastres de escalas apocalípticas. Tampoco, como se enseña en muchas congregaciones para manipular o tener control de las circunstancias que nos rodean (“profetiza” que tu hijo será un misionero, “profetiza” que eres próspero, “profetiza” que eres sano…agg!! que new age) como si la profecía fuese una habilidad humana y no un don del Espíritu Santo, así que hablemos claro:

"...porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo..." (2a. Pedro 1:21)

Ahí está el meollo del asunto, NO POR VOLUNTAD HUMANA, así que no por mucho que te arrodilles sobre chapitas, hagas una maratón de oración o ayunes 360 días, podrás forzar una profecía o una palabra de ciencia o sabiduría. Así como tampoco ningún pastor, evangelista, misionero, maestro, consejero, telepredicador, ministro, cantante o cualquier hermanito por muy santo y ungido que sea (o pretenda ser) puede profetizar por que le da la regalada gana.

Entonces volvemos a nuestra pregunta ¿a quién rayos le creemos? ¿quién tiene razón? ¿ellos? ¿nosotros? Bueno, la “verdad verdadera” solo la encontramos en la Palabra de Dios, que es Palabra viva y eficaz, y añado, como ya lo he comentado infinidad de veces en este blog: utopías, solo en los libros.

Tengamos cuidado con lo que decimos y con lo que escuchamos. No nos dejemos llevar por las emociones del momento. No olvidemos que los ojos del mundo están puestos sobre nosotros, en la iglesia de Cristo, así que si nosotros nos dejamos llevar por nuestras emociones, por lo que opinan los demás o si no ponemos un filtro entre lo que creemos y lo que verdaderamente debemos creer, seremos presa fácil del enemigo quien nos quitará la paz o nos vendará los ojos ante la realidad y sea como sea, alcanzará su objetivo que es alejarnos de Dios. Ya pues, no le demos el gusto.

OHHH…GRRR...SNIF…PSSSSSS….

Lo cierto, también, es que la mitad de la población ha caído en el pesimismo, en el desconcierto, en la desesperanza y el resentimiento. Los mensajes de pánico vuelan y se multiplican exponencialmente por todo el ciberespacio. La bolsa de valores tuvo que cerrar por las enormes pérdidas económicas. Preocupación, incertidumbre, por donde quiera que uno mire. Y en ese saco, infelizmente, también hay cristianos.

No lo voy a negar: yo también me asusté cuando vi el flash, luego me asaltaron toda clase de dudas, para finalmente sentirme triste. Y les puedo asegurar, por las razones equivocadas. Esta vez no voy decir que soy marciana porque me he identificado plenamente con las emociones humanas. Así que no se sientan mal, es natural, es lo que nos hace humanos. Lo malo es quedarse estancado en esa desesperanza, en trazar estrategias sin sentido como irse corriendo a sacar el pasaporte (que me parece lo más tonto ¿A dónde vas a huir? ¿A EEUU? Por favor, están peor que nosotros ¿a Colombia con las FARC? ¿a Venezuela con Chávez? ¿a Europa posmoderna?). Tampoco digo que te tires a la bartola y no me vengas con esas tonterías de que como todo va a ir de mal en peor, entonces ¿para qué esforzarnos? ¿para qué trabajar? ¿para que estudiar? A lo que yo respondo ¿Cómo que para qué? (coscorrón y cachetada de por medio) Que yo sepa hasta el momento no han llovido mangos, psss…

Pasados estos días y ya calmadas, en cierta medida, las aguas, es tiempo de detenernos a reflexionar en nuestra actitud y en qué o en quién estamos poniendo verdaderamente nuestra confianza ¿en Dios? ¿en nuestros ahorros? ¿en nuestra visa?

Entonces me pregunto, si ante un cambio de presidencia nos desmoralizamos, nos asustamos, perdemos la esperanza, la confianza y el gozo ¿Cómo sería si tuviésemos que vivir tiempos de persecución? Entonces yo te pregunto ¿ESTAS LISTO PARA RECIBIR UNA BALA POR CRISTO? Ante tal perspectiva, créanme que estas circunstancias pierden relevancia ¿o no? Si bien los tiempos son inciertos, si bien parece que sobre nosotros se ha posado una nube negra otra vez, les aseguro que DIOS sigue siendo real y su Palabra sigue siendo cierta.

“¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? …Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor” – Romanos 8: 35- 39 (NVI).

Ajá! Ni lo presente ni lo porvenir, ni hambre, ni violencia NADA nos puede separar del amor de Dios, así que creo que el plan de “don pésimo” o “doña angustia” están fuera de lugar en la vida de un verdadero cristiano, porque como ya mencioné antes, los ojos del mundo están puestos sobre nosotros y mientras nuestras palabras son simples susurros, nuestras acciones dan testimonio a grito pelado de nuestro Dios ¿es que acaso nuestro mensaje es de temor e incertidumbre? La verdad es que quizá en algún momento nos falte salud, dinero, trabajo o la vida misma, pero Dios siempre permanece fiel, tengamos la certeza de que no nos va dejar ni abandonar a nuestra suerte, además nuestra esperanza no está puesta en este mundo ni en las cosas de este mundo, sino en Jesucristo mismo.

Para terminar

Vivimos y vendrán tiempos malos llenos de violencia, de maldad, de corrupción, de degeneración en todo sentido; tiempos en donde lo que hoy es malo mañana será peor. No nos engañemos creyendo que un día, porque tal o cual candidato ganó las elecciones, un día prenderemos la tele y Perú habrá ganado el mundial de fútbol, no habrán noticias deprimentes, no habrá crisis económica, no habrán violaciones, no habrán borrachos al volante, no habrán políticos corruptos, guerras, pobreza o hambrunas ¡estamos advertidos desde hace más de 2000 años! Así que no entiendo porque los creyentes cerramos los ojos e ignoramos esta verdad e insistimos en vivir en nuestra rosadita y redondita burbujita espiritualoide, cerrando nuestras puertas a un mundo necesitado, callando nuestro testimonio ante los perdidos, y lo que es peor aún, creyéndonos moralmente superiores a ellos e invulnerables ante los sucesos que nos rodean, creyendo que tal o cual cosa no nos acontecerá porque lo “confesamos”, sintiéndonos seguros, cómodos y confiados con nuestra libertad de culto atiborrándonos de toda clase de doctrinas torcidas solo porque lo enseña tal o cual televangelista, o porque lo leímos en el libro de Menganito o porque Sultanito es un misionero extranjero y seguramente que por eso “sabe más y tiene razón” y tonteras más por el estilo olvidándonos que la Biblia tiene un mensaje claro, conciso, preciso e imperativo. Nosotros solitos, por nuestro propio pie e indiferencia, caemos en la trampa del enemigo, cuyo fin es hacernos olvidar que nuestra misión es ser testigos de Cristo Resucitado y que la única Palabra verdadera está entre las tapas de nuestra Biblia y no en los labios de nadie, sea quien sea.

La humanidad está bajo las garras de nuestro enemigo y todas estas cosas que nos paran los pelos de punta y nos hacen vomitar de asco, aumentarán exponencialmente ante la inminente segunda venida de nuestro Señor Jesucristo. Será entonces, como sucedió en los tiempos de Noé, en que Dios Padre dirá ¡BASTA! Y la iglesia, golpeada y perseguida, quizá cansada por la lucha titánica de arrebatarle las almas al enemigo y los ataques que tiene que enfrentar día a día, verá cumplida al fin su esperanza, cuando la seamos arrebatados y nos encontremos con nuestro Señor y Salvador Jesucristo en las nubes.

¿Estás listo?

1 Dios mío,
tú eres mi luz y mi salvación;
¿de quién voy a tener miedo?
Tú eres quien protege mi vida;
¡nadie me infunde temor!
2 Cuando mis malvados enemigos
me atacan y amenazan con destruirme,
son ellos los que tropiezan,
son ellos los que caen.
3 Me puede atacar un ejército,
pero yo no siento miedo;
me pueden hacer la guerra,
pero yo mantengo la calma.
4 Dios mío,
sólo una cosa te pido,
sólo una cosa deseo:
déjame vivir en tu templo
todos los días de mi vida,
para contemplar tu hermosura
y buscarte en oración.
5 Cuando vengan tiempos difíciles,
tú me darás protección:
me esconderás en tu templo,
que es el lugar más seguro.
6 Tú me darás la victoria
sobre mis enemigos;
yo por mi parte
cantaré himnos en tu honor,
y ofreceré en tu templo
sacrificios de gratitud.
7 Dios mío, te estoy llamando:
¡escúchame!
Ten compasión de mí:
¡respóndeme!
8 Una voz interna me dice:
"¡Busca a Dios!"
Por eso te busco, Dios mío.
9 Yo estoy a tu servicio.
No te escondas de mí.
No me rechaces.
¡Tú eres mi ayuda!
Dios mío,
no me dejes solo;
no me abandones;
¡tú eres mi salvador!
10 Mis padres podrán abandonarme,
pero tú me adoptarás como hijo.
11 Dios mío,
por causa de mis enemigos
dime cómo quieres que viva
y llévame por el buen camino.
12 No dejes que mis enemigos
hagan conmigo lo que quieran.
Falsos testigos se levantan,
me acusan y me amenazan.
13 ¡Pero yo sé que viviré
para disfrutar de tu bondad
junto con todo tu pueblo!
14 Por eso me armo de valor,
y me digo a mí mismo:
"Pon tu confianza en Dios.
¡Sí, pon tu confianza en él!"

Salmos 27 (TLA)



PD.
Me gustaría dejar en claro que este no es ni pretende ser un estudio del don o ministerio profético, es más bien, una mirada fugaz a la actitud de muchos cristianos (no digo que todos, ojo) en el Perú a raíz de las recientes elecciones presidenciales, las mismas que han dejado un clima de desazón en la mitad de nuestra población.

La Rorra