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sábado, 11 de junio de 2011

¿YA SACASTE TU PASAPORTE? Reflexiones para el Perú… luego de la tinta indeleble

¡Por fin terminaron las elecciones! Para mí, han sido meses y meses de náusea total: La ropa sucia, la limpia, la de uno, la del otro y hasta la del vecino, se han lavado a vista y paciencia de todo el Perú y balnearios, con el beneplácito de unos y el horror de otros. Los peruanos hemos vivido un tiempo cargado de violencia, de mala leche, de resentimientos, de odios, de vendettas personales y grupales, hemos sido testigos, una vez más, de cómo cada quien busca su propio beneficio a cualquier costo: político, social, moral o espiritual (porque nada en este mundo es gratuito). Podríamos empapelar el globo terráqueo con las razones para tal comportamiento, correctas e incorrectas, justificables o no y lo más probable es que tendríamos que remontarnos miles de años hacia atrás, pero no pretendo gastar mi precioso tiempo y el de ustedes hablando de política. Francamente, estas dos elecciones tan polarizadas, sucias y violentas, nos han dejado cansados y hastiados, pero ha llegado el momento de dejar todo eso atrás y mirar hacia adelante. Y es ese el tema que quiero tratar ahora, porque ¿quién no está haciéndose preguntas en este momento? ¿quién no anda preocupado o quien no ha empezado a plantearse estrategias? y generalizo, porque todos estamos apretujados en ese mismo coche, sean creyentes o no.

Así que permítanme comentar algunas cosas que he percibido en estos pocos días poselecciones dentro y fuera de la iglesia.

DE PALABRAS… Y PALABRAS.

Hace un par de días me comentaron que en una congregación, “un@ profet@” (no estuve allí, no me consta que lo sea o no lo sea) había dicho que la iglesia “iba a dar un giro, que iba cambiar”, a lo que inmediatamente mi interlocutor añadió su apreciación personal “eso solo puede significar pruebas, así que, bla, bla…”.

Me permito estar en desacuerdo con ambas cosas (la “palabra” y la apreciación”) por lo siguiente:

Una verdadera palabra profética no es parcial, no está sujeta a voluntad humana ni a coyunturas políticas, sucesos desagradables, desastres naturales o tiempos de bonanza o crisis económica (con esto no estoy diciendo que Dios no pueda hablar a la iglesia en un momento o situación determinada) porque fíjense que quizá nuestros hermanos cuya opción política resultó ganadora estarán felices y se sentirán bendecidos, esperanzados y optimistas y hasta me atrevería a decir que la “palabra profética” que estarán recibiendo será de “lluvia de bendiciones” para el Perú y etc, etc. Todo lo opuesto a lo que pueden estar recibiendo en el otro bando que ya empiezan a trazar planes para capear los tiempos “difíciles” que le tocará vivir al país, para las “vacas flacas” y estas palabras “proféticas” como la expuesta líneas arriba se lanzan a diestra y siniestra para respaldar este sentir, ocasionando temor, preocupación y desazón dentro del cuerpo de Cristo. Por lo cual concluimos que todo depende del lado del espejo en que lo mires.

Dicho esto me pregunto: ¿en qué quedamos? ¿son tiempos de prueba o no lo son? ¿quién tiene la razón? O siendo un poco más aguda preguntaría ¿quién es profeta y quién no lo es? ¿a quién le hacemos caso?

Francamente y lo digo con una mano en el corazón, siempre he sido extremadamente escéptica con eso de los “profetas” y las “palabras proféticas” o con el muy mentado sonsonete evangélico ese de que “te lo digo de parte de Dios” o la muy de moda del “siento de parte de Dios” No me digan que nunca se han cruzado con uno de estos hermanos que se las dan de santos elegidos y se lanzan a “canalizar” tal “palabra de parte de Dios” que hasta el Huachano queda como un bebé de cuna ante tal necedad. Y los que los escuchan son todavía peores que estos pobres desubicados (que pecan más de ignorancia que de altivez), porque andan detrás de ellos como quienes van a que les lean el tarot para saber “qué opina Dios” o si Dios les va a contestar o no, si se van a casar o no ¡Ay caray! ¡Santos Borregos, Batman! Ojo, que con esto no estoy afirmando que no existan hermanos con un ministerio profético probado o que en un momento específico algún cristiano o tú o yo, podamos recibir una palabra de ciencia, de sabiduría o una palabra profética verdaderamente inspirada. Yo creo en los dones del Espíritu Santo.

El problema en sí, está en la ignorancia (de la Palabra de Dios), como siempre.

No nos confundamos. La profecía, bíblicamente hablando, no es sinónimo de “ver el futuro” a lo bola mágica, así como tampoco es poseer un don de adivinación o la capacidad de cambiar mágicamente nuestro futuro o circunstancias otorgándole poder a nuestras palabras, pensamientos o actos. Una palabra profética verdadera nunca caerá en contradicción con la Biblia, no sembrará pánico, no generará división, no pretenderá crear nuevas doctrinas o “visiones” o deidificar a cierto predicador o guía espiritual.

En este punto es bueno recordar que la profecía, como todo don espiritual, debe cumplir dos propósitos fundamentales: el de glorificar a Dios (Efesios 3:21) y el de edificar, consolar y exhortar al cuerpo de Cristo (1ª Corintios 14:3, Efesios 4:12) no para fundar nuevos movimientos o vaticinar desastres de escalas apocalípticas. Tampoco, como se enseña en muchas congregaciones para manipular o tener control de las circunstancias que nos rodean (“profetiza” que tu hijo será un misionero, “profetiza” que eres próspero, “profetiza” que eres sano…agg!! que new age) como si la profecía fuese una habilidad humana y no un don del Espíritu Santo, así que hablemos claro:

"...porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo..." (2a. Pedro 1:21)

Ahí está el meollo del asunto, NO POR VOLUNTAD HUMANA, así que no por mucho que te arrodilles sobre chapitas, hagas una maratón de oración o ayunes 360 días, podrás forzar una profecía o una palabra de ciencia o sabiduría. Así como tampoco ningún pastor, evangelista, misionero, maestro, consejero, telepredicador, ministro, cantante o cualquier hermanito por muy santo y ungido que sea (o pretenda ser) puede profetizar por que le da la regalada gana.

Entonces volvemos a nuestra pregunta ¿a quién rayos le creemos? ¿quién tiene razón? ¿ellos? ¿nosotros? Bueno, la “verdad verdadera” solo la encontramos en la Palabra de Dios, que es Palabra viva y eficaz, y añado, como ya lo he comentado infinidad de veces en este blog: utopías, solo en los libros.

Tengamos cuidado con lo que decimos y con lo que escuchamos. No nos dejemos llevar por las emociones del momento. No olvidemos que los ojos del mundo están puestos sobre nosotros, en la iglesia de Cristo, así que si nosotros nos dejamos llevar por nuestras emociones, por lo que opinan los demás o si no ponemos un filtro entre lo que creemos y lo que verdaderamente debemos creer, seremos presa fácil del enemigo quien nos quitará la paz o nos vendará los ojos ante la realidad y sea como sea, alcanzará su objetivo que es alejarnos de Dios. Ya pues, no le demos el gusto.

OHHH…GRRR...SNIF…PSSSSSS….

Lo cierto, también, es que la mitad de la población ha caído en el pesimismo, en el desconcierto, en la desesperanza y el resentimiento. Los mensajes de pánico vuelan y se multiplican exponencialmente por todo el ciberespacio. La bolsa de valores tuvo que cerrar por las enormes pérdidas económicas. Preocupación, incertidumbre, por donde quiera que uno mire. Y en ese saco, infelizmente, también hay cristianos.

No lo voy a negar: yo también me asusté cuando vi el flash, luego me asaltaron toda clase de dudas, para finalmente sentirme triste. Y les puedo asegurar, por las razones equivocadas. Esta vez no voy decir que soy marciana porque me he identificado plenamente con las emociones humanas. Así que no se sientan mal, es natural, es lo que nos hace humanos. Lo malo es quedarse estancado en esa desesperanza, en trazar estrategias sin sentido como irse corriendo a sacar el pasaporte (que me parece lo más tonto ¿A dónde vas a huir? ¿A EEUU? Por favor, están peor que nosotros ¿a Colombia con las FARC? ¿a Venezuela con Chávez? ¿a Europa posmoderna?). Tampoco digo que te tires a la bartola y no me vengas con esas tonterías de que como todo va a ir de mal en peor, entonces ¿para qué esforzarnos? ¿para qué trabajar? ¿para que estudiar? A lo que yo respondo ¿Cómo que para qué? (coscorrón y cachetada de por medio) Que yo sepa hasta el momento no han llovido mangos, psss…

Pasados estos días y ya calmadas, en cierta medida, las aguas, es tiempo de detenernos a reflexionar en nuestra actitud y en qué o en quién estamos poniendo verdaderamente nuestra confianza ¿en Dios? ¿en nuestros ahorros? ¿en nuestra visa?

Entonces me pregunto, si ante un cambio de presidencia nos desmoralizamos, nos asustamos, perdemos la esperanza, la confianza y el gozo ¿Cómo sería si tuviésemos que vivir tiempos de persecución? Entonces yo te pregunto ¿ESTAS LISTO PARA RECIBIR UNA BALA POR CRISTO? Ante tal perspectiva, créanme que estas circunstancias pierden relevancia ¿o no? Si bien los tiempos son inciertos, si bien parece que sobre nosotros se ha posado una nube negra otra vez, les aseguro que DIOS sigue siendo real y su Palabra sigue siendo cierta.

“¿Quién nos apartará del amor de Cristo? ¿La tribulación, o la angustia, la persecución, el hambre, la indigencia, el peligro, o la violencia? …Sin embargo, en todo esto somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor” – Romanos 8: 35- 39 (NVI).

Ajá! Ni lo presente ni lo porvenir, ni hambre, ni violencia NADA nos puede separar del amor de Dios, así que creo que el plan de “don pésimo” o “doña angustia” están fuera de lugar en la vida de un verdadero cristiano, porque como ya mencioné antes, los ojos del mundo están puestos sobre nosotros y mientras nuestras palabras son simples susurros, nuestras acciones dan testimonio a grito pelado de nuestro Dios ¿es que acaso nuestro mensaje es de temor e incertidumbre? La verdad es que quizá en algún momento nos falte salud, dinero, trabajo o la vida misma, pero Dios siempre permanece fiel, tengamos la certeza de que no nos va dejar ni abandonar a nuestra suerte, además nuestra esperanza no está puesta en este mundo ni en las cosas de este mundo, sino en Jesucristo mismo.

Para terminar

Vivimos y vendrán tiempos malos llenos de violencia, de maldad, de corrupción, de degeneración en todo sentido; tiempos en donde lo que hoy es malo mañana será peor. No nos engañemos creyendo que un día, porque tal o cual candidato ganó las elecciones, un día prenderemos la tele y Perú habrá ganado el mundial de fútbol, no habrán noticias deprimentes, no habrá crisis económica, no habrán violaciones, no habrán borrachos al volante, no habrán políticos corruptos, guerras, pobreza o hambrunas ¡estamos advertidos desde hace más de 2000 años! Así que no entiendo porque los creyentes cerramos los ojos e ignoramos esta verdad e insistimos en vivir en nuestra rosadita y redondita burbujita espiritualoide, cerrando nuestras puertas a un mundo necesitado, callando nuestro testimonio ante los perdidos, y lo que es peor aún, creyéndonos moralmente superiores a ellos e invulnerables ante los sucesos que nos rodean, creyendo que tal o cual cosa no nos acontecerá porque lo “confesamos”, sintiéndonos seguros, cómodos y confiados con nuestra libertad de culto atiborrándonos de toda clase de doctrinas torcidas solo porque lo enseña tal o cual televangelista, o porque lo leímos en el libro de Menganito o porque Sultanito es un misionero extranjero y seguramente que por eso “sabe más y tiene razón” y tonteras más por el estilo olvidándonos que la Biblia tiene un mensaje claro, conciso, preciso e imperativo. Nosotros solitos, por nuestro propio pie e indiferencia, caemos en la trampa del enemigo, cuyo fin es hacernos olvidar que nuestra misión es ser testigos de Cristo Resucitado y que la única Palabra verdadera está entre las tapas de nuestra Biblia y no en los labios de nadie, sea quien sea.

La humanidad está bajo las garras de nuestro enemigo y todas estas cosas que nos paran los pelos de punta y nos hacen vomitar de asco, aumentarán exponencialmente ante la inminente segunda venida de nuestro Señor Jesucristo. Será entonces, como sucedió en los tiempos de Noé, en que Dios Padre dirá ¡BASTA! Y la iglesia, golpeada y perseguida, quizá cansada por la lucha titánica de arrebatarle las almas al enemigo y los ataques que tiene que enfrentar día a día, verá cumplida al fin su esperanza, cuando la seamos arrebatados y nos encontremos con nuestro Señor y Salvador Jesucristo en las nubes.

¿Estás listo?

1 Dios mío,
tú eres mi luz y mi salvación;
¿de quién voy a tener miedo?
Tú eres quien protege mi vida;
¡nadie me infunde temor!
2 Cuando mis malvados enemigos
me atacan y amenazan con destruirme,
son ellos los que tropiezan,
son ellos los que caen.
3 Me puede atacar un ejército,
pero yo no siento miedo;
me pueden hacer la guerra,
pero yo mantengo la calma.
4 Dios mío,
sólo una cosa te pido,
sólo una cosa deseo:
déjame vivir en tu templo
todos los días de mi vida,
para contemplar tu hermosura
y buscarte en oración.
5 Cuando vengan tiempos difíciles,
tú me darás protección:
me esconderás en tu templo,
que es el lugar más seguro.
6 Tú me darás la victoria
sobre mis enemigos;
yo por mi parte
cantaré himnos en tu honor,
y ofreceré en tu templo
sacrificios de gratitud.
7 Dios mío, te estoy llamando:
¡escúchame!
Ten compasión de mí:
¡respóndeme!
8 Una voz interna me dice:
"¡Busca a Dios!"
Por eso te busco, Dios mío.
9 Yo estoy a tu servicio.
No te escondas de mí.
No me rechaces.
¡Tú eres mi ayuda!
Dios mío,
no me dejes solo;
no me abandones;
¡tú eres mi salvador!
10 Mis padres podrán abandonarme,
pero tú me adoptarás como hijo.
11 Dios mío,
por causa de mis enemigos
dime cómo quieres que viva
y llévame por el buen camino.
12 No dejes que mis enemigos
hagan conmigo lo que quieran.
Falsos testigos se levantan,
me acusan y me amenazan.
13 ¡Pero yo sé que viviré
para disfrutar de tu bondad
junto con todo tu pueblo!
14 Por eso me armo de valor,
y me digo a mí mismo:
"Pon tu confianza en Dios.
¡Sí, pon tu confianza en él!"

Salmos 27 (TLA)



PD.
Me gustaría dejar en claro que este no es ni pretende ser un estudio del don o ministerio profético, es más bien, una mirada fugaz a la actitud de muchos cristianos (no digo que todos, ojo) en el Perú a raíz de las recientes elecciones presidenciales, las mismas que han dejado un clima de desazón en la mitad de nuestra población.

La Rorra


lunes, 14 de febrero de 2011

YO JUEGO, TU JUEGAS, NOSOTROS JUGAMOS

¿A que no adivinan donde estoy? Les cuento que descubrí un nuevo huequito para mis rorradas bloguísticas, la verdad es que ya estaba un poco cansada del Starbucks (es que hay mucha gente x_x). Me gusta mucho mi nuevo refugio (y por supuesto también el café) y estoy tan emocionada que tengo dedorragia o lo que sea que eso signifique. En fin. Como siempre, yo sola me entiendo.

Hace unas semanas que vengo meditando respecto a un nuevo post, he tenido varias ideas rondándome por la cabeza pero por más que lo intentaba no lograba darle forma, la verdad es que andaba un poco frustrada al respecto. Siento decirles que esta Rorra estuvo un poco seca de ideas… hasta que hace poco le escuche algo a un pastor y cito “los musulmanes no juegan a la religión” y ¡plop mayúsculo! mis estimados lectores. Se me pararon todos los pelos al caer en cuenta que esa afirmación distaba mucho de ser una simple frase o una exageración. Esa verdad me cayó como un baldazo de agua fría. Creo que más bien se sintió como una cachetada de ida y vuelta, porque sentí que esa verdad me señalaba directamente a mi, con ese dedo acusador, con esa sensación de sentirse culpable porque sabes que lo eres o lo haz sido o lo estás siendo y sigamos conjugando, porque el que esté libre, que tire la primera piedra…o apague su ordenador.

Hace mucho tiempo que jugamos a ser cristianos. Es una verdad triste y dolorosa, pero por más que lo queramos ocultar, no se puede tapar el sol con un dedo (tampoco las cochinaditas porque tienen patas cortas, ja,ja!) Si observamos un poco a nuestro alrededor veremos que la realidad es que las congregaciones se han vuelto algo así como una burbuja elitista donde solo entran a los que escogemos para compartir nuestro saludo secreto y por supuesto que a lo que me refiero va más allá de ir bien vestidos, participar de todas las actividades y toooodas las cosas en las que nos involucramos y que se vuelven parte de nuestro activismo o rito cristiano. Este enfriamiento espiritual ha causado que nuestra conciencia colectiva se cauterice contra el mal que campea a sus anchas entre los nuestros, hemos dejado de ser conocidos como los “aleluyas”, los “come biblias” o los “hermanitos” y nos hemos mimetizado con el sistema mundano que nos rodea, ahora somos “cool”. Hemos hecho sacrificios y concesiones a nivel moral en aras de un supuesto modernismo con el fin de ganar prosélitos que han repercutido en el bienestar espiritual de la iglesia. Sí, quizá las congregaciones estén creciendo en número, pero los cementerios también.

Así que, seamos honestos y reconozcamos que la actual situación de la iglesia se debe a un solo factor: NOSOTROS, TU, YO, EL, ELLA, osea se trata, como siempre, del factor humano. No es que no lo sepamos, porque lo peor de todo, es que lo sabemos, nos lo dijeron, nos lo advirtieron, pero la verdad, no nos importa. Por eso digo, es triste y doloroso, pero cierto (y al que le caiga el guante que se lo chante).

Definitivamente, soy de las que cree que la salvación se pierde. Sé que hay muchos que creen que una vez que recibiste a Jesús en tu corazón como tu Señor y Salvador, eres salvo por siempre y para siempre (o una vez salvo siempre salvo). Yo no lo creo así. Tampoco creo que Jesús anda con su lápiz Mongol y su borrador azul y rojo y anda escribiendo y borrando, escribiendo y borrando cada vez que pecamos. Simplemente y basándome en las Escrituras, creo que hay ciertas cosas que ameritan la pérdida de nuestra Salvación. ¿O me van a decir que alguien que alguna vez fue cristiano y que vive en adulterio y que encima se sienta feliz con eso, siga siendo salvo? No lo creo. Alguien con una conciencia endurecida al pecado y que vive en pecado y que se regordea en su pecado, no puede ser salvo, aunque alguna vez haya sido una persona súper consagrada, llamada, usada y levantada por Dios. Y para muestra un botón: Saúl. Escogido y llamado por Dios, ungido, levantado, usado y desechado luego por su pecado.

Es que el libre albedrío es un arma de doble filo. Claro, Dios es sabio y quizá pensó “yo no quiero robotitos, no necesito más ángeles, no quiero que alguien me ame porque así está programado. No. Yo quiero que alguien me ame por su propia voluntad, sin ninguna obligación” así que nos hizo libres para decidir amarle, seguirle y honrarle, y libres también para decidir nuestro destino eterno. Pero lamentablemente, el hombre no es sabio, por eso hacemos lo que hacemos, seguimos lo seguimos y creemos lo que creemos aunque eso signifique creer en teorías sin pies ni cabezas, ideas estúpidas o sectas radicales. Y ya quisiéramos los cristianos ser así de consagrados como esos pobres ilusos. Y esa fue mi reflexión respecto a la frase del Pastor. Tomemos, por ejemplo, al islamismo. Muchos seguramente, cristianos o no, se preguntarán cómo es que una religión tan radical puede haberse multiplicado a la centésima potencia en tan poco tiempo, pues la respuesta es bien simple: los musulmanes no juegan a la religión, no juegan a ser musulmanes, no juegan con sus dogmas, no juegan con los mandatos del Alá, pues señores, Alá dijo y aunque eso signifique que se tengan que enchufar 10 kilotones de dinamita a la cintura y volarse en millones de partículas, no lo piensan ni lo negocian, simplemente lo hacen. La religión islámica tiene médula espinal, está arraigada en el corazón, la mente, el cuerpo en forma individual y colectiva.

¿Se imaginan que diferente sería nuestra vida, nuestro hogar, nuestro entorno o de que manera influenciaríamos nuestra comunidad si fuésemos una pizca de radicales de lo que son los musulmanes?

Sí, sabemos los cristianos que hacia el final de los tiempos la maldad alcanzará niveles alarmantes, aunque para ser sincera, si es que los niveles actuales de depravación y violencia no son alarmantes, no quiero imaginarme como será después si es que Cristo no viene pronto. Sabemos también que las religiones falsas avanzarán y las sectas proliferarán como espuma, así como también los falsos cristos. Pero y aquí viene el pero, Jesús nos exhortó a ser verdaderos discípulos y ser verdaderos discípulos implica mucho más que asistir a la iglesia los domingos, estudiar la Biblia y servir en algún ministerio. Y no digo que esté mal. Sí, hay que congregarnos. Sí, hay que estudiar la Biblia. Sí, hay que servir en el ministerio al cual hemos sido llamados por Dios. Sí, pero que no quede en un mero formalismo religioso. Como dijo Jesús, es necesario hacer esto sin dejar de hacer lo otro (paráfrasis mía).

Mis hermanos, un verdadero seguidor de Cristo amará en primer lugar y por sobre todas las cosas a Dios, sea como sea y cueste lo que cueste, aunque sea la vida misma. Un verdadero seguidor de Cristo amará su Palabra y se esforzará por cumplirla. Un verdadero seguidor de Cristo dará un buen testimonio no solo en la iglesia, si no y por sobre todo, a los “de afuera” para que nuestra predicación no solo sea de palabras, sino de hechos y que estos hechos hablen de nuestra vida, de nuestra integridad, de quienes somos y a quién seguimos, porque ya saben como va el dicho “dime con quién andas y te diré quién eres” ¡Cuántas veces me ha tocado presenciar el fin de una poderosa predicación con una actitud soberbia! ¡Cuántas veces me he dejado llevar por mi temperamento y he lastimado a alguien a quien quería ganar para Cristo! Y me pongo yo en primer lugar con tres golpes de pecho (por mi culpa, por mi culpa y por mi gran culpa) porque sé que soy la primera que seré juzgada por ser indiferente, fría y dura y los que dos o tres que me conocen pueden dar fe de que de mi caparazón no salgo aunque se esté cayendo el cielo, la luna y la mismísima vía láctea sobre medio Perú.

Así que ya es hora que la iglesia de Dios se despierte. Ya es hora que tú, que yo y que todos empecemos a vivir una vida que le agrade a Dios y que deje una buena impresión en aquellos que no conocen a Cristo. Vivamos como verdaderos seguidores de Cristo y que se note en nuestras conversaciones, en nuestras opiniones, cuando caminamos por las calles, cuando le predicamos a los desconocidos y más aún a nuestros conocidos, en nuestro trabajo, en el colegio, en las plazas, en las combis y aún en la misma congregación, que se note, insisto, que se refleje a Cristo en nuestras vidas.

Ya es hora que dejemos de jugar a ser cristianos y vivamos como verdaderos creyentes y seguidores de Cristo, porque entonces y solo entonces, Cristo será nuestra medula espinal, nuestro Centro, nuestro Universo. Unámonos y causemos estragos en territorio enemigo, salgamos de nuestras trincheras y luchemos con todas nuestras fuerzas en esta batalla a muerte por cada alma perdida y ganémoslos para Cristo. Y así cuando nos toque poner el pecho para recibir la bala, podremos mirar al diablo con una sonrisita cachacienta, sacarle la lengua y decirle “Yo me voy al cielo y tú te asarás en el infiero… lero lero”.

Si pues, aunque me excomulguen.

lunes, 1 de noviembre de 2010

TIC, TAC…TIC, TAC…

No sé a ustedes pero a mí los días se me pasan demasiado rápido. Bromeo con las chicas de mi oficina diciéndoles que me concediesen un deseo, que sea un día de 30 horas, porque nunca tengo suficiente tiempo para todo lo que tengo que hacer.

Recuerdo que cuando era niña, las horas en el colegio eran demasiado largas, no veía el momento de que suene la campana y regresar a mi casa, la navidad me parecía lejana, como si faltase una eternidad para poder abrir los regalos y ni hablar de las vacaciones ¡nunca llegan! A pesar del tiempo transcurrido, mis recuerdos más vívidos son de aquellos días en mi casa de La Victoria, los veranos en la playa, los campamentos en la ACJ, mis amigos del colegio y los primeros años en la iglesia con quienes tuve la bendición de vivir la adolescencia. Extraño la cadencia de aquellos días, su inocencia y sus valores. Hoy todo es diferente. Hoy todo transcurre tan a prisa que los recuerdos no llegan a formarse del todo en nuestra mente, nuestro presente es tan solo un borrón sepia en comparación con el colorido collage de nuestra infancia.

Demos una mirada veloz a nuestros vecinos, nuestros compañeros de oficina, nuestra propia familia o mejor aún a nosotros mismos, estamos envueltos en la rutina, en los afanes del día y de los días por venir hasta el día de nuestra muerte, estamos preocupados por alcanzar (o aparentar que tenemos) cierto status social y económico que nos atrapa en el consumismo. Quizá, como siempre sostengo, soy una marciana y por ende, la única que a sus 34, siente que los años transcurren como un soplo y que todo se me pasa tan rápido que tengo déficit de días y lo digo con toda la sinceridad del mundo y mis compañeras de trabajo pueden atestiguar que mil veces “se me han perdido los días”… ¡hay que encontrarlos!

Así que después de una búsqueda exhaustiva de ciertos “martes” feriados y fiestas de guardar, llegué a la conclusión de que uno nuestros bienes más preciados es el tiempo, y lo digo, porque éste nos permite disfrutar de todo lo bueno que Dios nos da.

EL TIEMPO… ¿ES DINERO?

El tiempo es el tirano de nuestra época y el Príncipe de la potestad del aire lo sabe, porque, irónicamente, se le acaba el tiempo, así que nos quita lo que sabe que no podemos comprar, ni podremos recuperar y que con su paso nos lleva inexorablemente hacia nuestro destino final, al punto de no retorno, en donde no podremos decir “lo haré mañana”, “cuando me jubile”, “cuando mi hijo termine la universidad”, “esta es la última llamada, lo prometo” y excusas por el estilo, porque el día que nos lleve la parca, mis hermanos, tendremos que dar cuenta por cada fracción de milisegundo de nuestra existencia.

“El tiempo es dinero” ¿quién no ha escuchado esa frase aunque sea una vez en su vida? Partiendo de esa premisa todo ha perdido perspectiva. La paciencia no es una virtud que se cultive hoy en día, vivimos en el mundo del “lo quiero para hace cinco minutos”, porque el tiempo es dinero, porque si no termino esto no hay plata, porque si trabajo más horas tengo más dinero para pagar las deudas que tengo y tengo deudas porque lo quiero “ya” lo quiero “hoy” porque “no tengo tiempo de esperar”. El tiempo, dice el mundo, es dinero y el dinero, es poder. Entonces, vivimos esclavizados por el concepto que el mundo tiene del tiempo y trabajamos más horas, compramos cosas más caras y no nos conformamos con nada ¿contentamiento? ¿Qué es eso?

El tiempo, no es dinero ni poder. El tiempo, es vida y no podemos usarlo “a cuenta” ni pedir tiempo prestado; porque el tiempo, mis queridos bloggeros, se va y no regresa, lo que dejamos de vivir hoy, no será lo mismo mañana, cada milésima de nuestros segundos cuenta, sino pregúntenle a un corredor olímpico y por lo tanto, debemos aprender a usarlo con responsabilidad.

“aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos”…Efesios 5:16 (RV).

86,400 SEGUNDOS…

…1,440 minutos, 24 horas por día, que debemos aprender a usar con sabiduría. En pro de un manejo más eficaz del tiempo, la tecnología ha dado un despegue impresionante en los últimos 20 años. Incalculables fortunas y cantidades de vidas se han dado para permitir que hoy tengamos los recursos que nos permiten traspasar barreras.

Volviendo a la hora de la nostalgia recuerdo que cuando estaba en el colegio había un sistema de amigos por correspondencia, enviabas tu carta y esperabas que vuelva, podían pasar semanas, meses o incluso años, como me pasó a mí y cuando le cuento a mi hija que esperar cartas tomaba cierto tiempo, me pone ojos de huevo frito porque para ella, que es de la generación de los Smart Phones, no concibe la vida sin tener la respuesta al alcance de un mensaje de texto.

¿En qué estamos usando nuestro tiempo? O pongámoslo de otra forma, si el tiempo fuese una cuenta bancaria ¿cómo y en qué estás gastando tu vida? ¿Estás con déficit de tiempo?

La “pérdida” de los días no es algo gratuito, es el resultado de no tener claras nuestras prioridades y lo digo con una mano en el corazón y otra en el bolsillo. Una vez que tengamos claras nuestras prioridades debemos establecer cómo y de qué manera hacer buen uso de nuestro tiempo=vida, tal como dijo Pablo.

Ya sé que lo más importante en nuestra vida es Dios, nadie cuestiona eso. Es más soy de las que cree que Dios no es una “prioridad” puesto que para un cristiano Dios no debe estar encasillado a las prioridades de nuestra lista, no es un 1 o un +1, Dios es el TODO de nuestra vida, presente en todo tiempo, lugar y circunstancia, así como respirar es indispensable para la continuidad de nuestra existencia (si vives sin respirar, avísame, nunca conocí a un ET) nuestra dependencia y relación con Dios debe ser de la misma forma.

Nuestras prioridades están establecidas por el concepto que tenemos de nuestro tiempo. Lamentablemente, nuestro concepto lo dicta nuestro entorno, nuestra visión de la vida y nuestros planes para el futuro, es decir, lo que quiero tener, lo que quiero comprar, lo que me gustaría hacer. Un poco tonto, creo yo, para alguien que sabe que el futuro ya está escrito y más aún, que el retorno de Cristo es inminente. Ojo, que no estoy diciendo que es malo hacer planes, como que vas a estudiar, que profesión quieres seguir, que viajes te gustaría hacer y cosas por el estilo, a lo que me refiero, es que nuestra meta no debe ser esa, nuestra visión de vida no debe ser cuánto dinero voy a tener en mi cuenta bancaria ¡no! Nuestra meta es y siempre será CRISTO.

7 días a la semana, 24 horas al día que debemos aprender a usar. Así que síganme la corriente un poco y pregúntense conmigo ¿qué fue lo que hizo Dios después de crear un hogar llamado Edén?

¿LOS INGALLS O LOS SIMPSON?

Dios creó al hombre y dijo “No es bueno que el hombre esté solo” y creo a la mujer como su compañera y así, creó a la familia.

Sea que estés casado o soltero, nuestra familia es lo más importante y quienes deben tener la prioridad de nuestro tiempo. Dios sabe que la familia es un oasis dentro de un mundo sin corazón, son nuestros incondicionales, nuestro hogar es nuestro refugio después de un día difícil de trabajo, el lugar donde buscamos amor, apoyo y comprensión…o algo parecido, porque según dicen los expertos, la familia del siglo XXI se parece más a los Simpson que a los Ingalls. La familia disfuncional es lo común hoy en día porque ya nadie tiene tiempo de compartir en familia y las tradiciones se van rompiendo, los valores se van perdiendo; el concepto de “familia” no es el mismo que hace unos 20 o 10 años o incluso hace apenas unas horas atrás.

Hay muchos factores que contribuyen a la ruptura familiar, pero una de las razones por las que sucede esto es porque llevamos trabajo a casa, sin querer queriendo ¿cómo así? A ver veamos: contestamos llamadas al celular o estamos pendientes de los emails, hacemos listas, adelantamos trabajo (porque eso nos haría ver más eficientes) entre otras cosas, y al final de cuentas trabajamos más de 8 horas, con o sin paga porque detrás de nosotros hay alguien que haría nuestro trabajo por menos sueldo y estarían más “comprometidos” con la empresa, tampoco tomamos vacaciones por temor al “serrucho” o nos tomamos las vacaciones pero estamos “pendientes” desde casa, es decir, seguimos trabajando, cuando debemos dedicarle ese tiempo a nuestra familia y a nosotros mismos. Claro, porque para todos, desde los empresarios hasta los obreros, el tiempo es dinero y dinero, es poder. Y trabajamos más, para no perder nuestro empleo, para hacer un viaje que nunca hacemos (porque no tenemos tiempo y cuando tenemos tiempo no nos alcanza la plata), para comprar la última TV, para mudarnos a un mejor barrio (como si no hubiese choros, pastrulos y malandros en las zonas VIPS).

Pero ciega no soy, cada vez más hay familias con dos padres que trabajan, lo cual hace que a nuestros hijos los crie la TV y el internet, o padres solteros que trabajan a morir para poder sustentar a sus hijos y no tienen otro remedio que contratar a MTV de niñera. O sino, estamos en casa, pero cada quien sentado frente a su ordenador o frente a la tele, cada quien comiendo cuando quiere y donde quiere, sin compartir, sin conversar, sin saber de la vida de la otra persona a no ser que esté en Facebook.

Y los cristianos no estamos exentos de esto, quienes creen que para ser “buenos cristianos” tienen que prácticamente vivir en la congregación. Ya lo he dicho antes, debe existir un sano equilibrio entre nuestra vida familiar, nuestro trabajo y nuestro servicio a Dios, el mismo que no está encasillado únicamente dentro de las cuatro paredes de la iglesia. No, mi hermano, no tienes que estar ahí mañana, tarde, noche y medianoche, ni asistir a todos los cultos, seminarios, talleres y parranditas de la congregación. Lo primero que Dios va a demandar de ti son las vidas que puso en tus manos: la de tus padres, tu cónyuge, hijos, abuelos, amigos… No puedes dejar de compartir con tu familia por que ese día tienes “ayuno” ¡ayuna en tu casa pues! No puedes priorizar el servicio al bienestar de tu familia, repito, si Dios no te ha llamado a ser mártir ¡no te conviertas en uno! Y de paso no metas a tu familia en el mismo saco. Y después nos preguntamos porqué el índice de divorcios entre cristianos a alcanzado cifras alarmantes. Tampoco nos escudemos detrás de nuestra familia para tirarnos a la bartola, no pues, equilibrio.

Entendamos pues, que la familia fue creada por Dios y debe ser nuestra prioridad y debemos darnos el tiempo de ser más hijos, más padres, más hermanos y más amigos, porque esa es la idea de Dios, por eso tenemos la capacidad de establecer lazos afectivos, que de otro modo no existirían. En medio de toda esta vorágine debemos aprender a valorar a nuestra familia, que es a final de cuentas, la bendición más grande que podamos recibir porque son vidas dentro de tu vida.

Ya sé que es un poco inconcebible nuestra vida sin nuestros gadgets, pero si dejamos un poco el celular, otro tanto el Facebook y un poco de tele, nuestras relaciones interpersonales cambiarán significativamente.

SAN BERRY Y SANTO GATES

Los avances tecnológicos avanzan a un ritmo vertiginoso, hoy te compraste una HP Pavillion de última generación que mañana está obsoleta. Hoy las redes sociales nos permiten mantener contacto con gente que vive en países y continentes distintos, incluso, aunque nunca se hayan visto en físicamente, donde lo que era cierto hoy, mañana es mentira, donde lo que parecía imposible de realizar, mañana ya no es un sueño, donde no tienes que tomar un avión para ver a tu amigo que está en Alaska mientras tu estás en la Patagonia; en resumen, vivimos en el mundo donde la tecnología, ha achicado al mundo, ha acercado continentes, ha dado a conocer culturas y lugares sin salir de casa y todo esto al alcance de un click. Ya no existen barreras, el concepto de “distancia” ha cambiado así como el del “tiempo”, así que si creías que tenías que tener poderes mutantes para romper la brecha “distancia-tiempo” estás equivocado, esa brecha ya se rompió.

No me malinterpreten, no voy a satanizar a San BlackBerry ni a San Gates. Creo que la tecnología es neutral, como la música, pero lamentablemente no todos tienen buen oído. Así son las cosas. Conozco gente que regresa a su casa, después de 40 minutos de viaje, porque se olvidó su celular ¡plop!

Hacer buen uso de nuestro tiempo también implica hacer buen uso de la tecnología sin permitir que ésta sea el centro de nuestra vida. Y la tecnología es tan solo eso, una herramienta, así que depende de nosotros utilizar los recursos que Dios nos da para aprovechar bien el tiempo.

¿PRIVACIDAD? ¿QUE ES ESO?

Hablando de hacer buen uso de nuestros recursos, muchos me han criticado por ser de pocas palabras, mejor dicho, prácticamente muda y por creer que “la libre expresión de las emociones es la muerte de la privacidad”. En este mundo hay pocas personas que realmente me conocen y entre ellos cuento a mis padres, mi hija y un par de amigos, los demás, lamento decirlo, no me conocen para nada o solo conocen lo que yo quiero o me parece que deben conocer, punto.

Soy una convencida de que esta época y con el auge de las redes sociales, ya no existe la privacidad. Todo tus contactos saben exactamente cómo eres, que haces, como vistes, que te gusta y quién te gusta, qué película viste últimamente, como se llaman tus padres, donde estudiaste, si fuiste o no a la universidad, en que distrito vives, etc. Y eso, si es que es lo mínimo porque hay gente que sube, no solo sus fotos públicas, sino también las que debería guardar bajo 7 llaves, quienes comparten su estado de ánimo, su rupturas amorosas, sus metidas de pata, su número de celular, la dirección de su casa, su talla de calzón y cosas por el estilo. Somos muy pocas las personas que utilizamos las redes sociales para darles el uso justo y necesario o simplemente no utilizarlas. Soy sincera, antes tenía Hi5, sónico, photobucket y a cuanta red me hayan invitado, pero luego comprendí que eso no es lo que Dios quiere para nosotros. Obviamente en la Biblia no dice “No te unas al Facebook” ¿pero qué utilidad tiene twittear 150 caracteres? Realmente es una pérdida de tiempo y el mal uso del tiempo es pérdida de vida y tu vida vale la sangre de Cristo.

Yo pregunto ¿Dónde quedó la privacidad? Y me responden ¿qué es eso?

Se que muchos no estarán de acuerdo conmigo, pero creo que hay cosas que se pueden compartir, otras que deben quedar dentro de tu círculo íntimo y otras que no debes compartirlas nunca. Yo, la verdad, aún no entiendo porque sufrir en público o porqué el público debe enterarse que estoy contenta o triste o molesta o que me dejó mi pareja o que estoy en crisis económica, que me fallan las neuronas o que estoy a punto de patear al perro que no tengo.

Ya casi no existe la privacidad. Es la verdad. Desde el momento que se hiciste parte del ciberespacio eres uno más dentro de la red, uno más dentro de la telaraña que es la world wide web o más conocido como www y perdiste tu derecho a la privacidad, así que luego no te quejes de que te robaron tus datos personales, que tu foto en bikini aparezca editada en una página porno o que a tu pareja le de una ataque de celos.

Y hablando de eso también está todo este asunto de que las redes sociales nos permiten conocer a las personas…lo cierto en esto es que es una verdad a medias. Establecemos y mantenemos relaciones y pensamos que conocemos a los demás, cuando solo vemos el lado que quieren mostrar. Hay relaciones que se destruyen por un solo comentario en Facebook, por una frase en el Messenger, por una foto colgada en la red, o empezamos a hacer comparaciones en nuestras relaciones, lo que tenemos en casa vs lo que tenemos en línea. Idealizamos las relaciones, pensamos que deben ser como lo son en la red, que la gente no tiene defectos, que no tiene mal carácter y que no les huele el aliento. La fantasía con la que la ciber-vida nos envuelve rompe nuestro sentido de la realidad, la verdad y la humanidad.

LA CLAVE DEL EQUILIBRISTA

El punto del tiempo es saber EQUILIBRARLO, en encontrar la forma andar en esta cuerda floja que se llama VIDA y no dejar que la gravedad nos enchufe de cara el piso, así que redimamos el tiempo, como dice la Biblia, aprovechemos las oportunidades, gocemos de las bendiciones que Dios nos ha dado y aprendamos a distinguir entre lo que queremos y lo que en verdad necesitamos. Vamos, no necesitas el último iPod o el mejor gadget o toda la colección de Star Wars solo para decir o sentirte “próspero”.

Para que tengamos una buena cosecha debemos sembrar en buena tierra y el la época adecuada del año, por tanto no podemos vivir en el pasado, así como tampoco podemos vivir en el futuro, debemos vivir el presente, el hoy, el minuto que vivimos, porque cada día tiene sus propios problemas y afanes, así como sus propias bendiciones y buenos recuerdos.

Finalmente, aunque todo cambia y todo pasa, hermanos, JESUCRISTO es el mismo ayer, hoy y por los siglos.

Con el k-riño de siempre,

La Rorra

miércoles, 18 de agosto de 2010

TODAS LAS COSAS AYUDAN A BIEN??? # 2

Muchas veces he pensado ¿Qué sucede con mi vida? Como que de pronto todas las cosas se vienen encima de uno sin poder esquivar tremenda montaña, sin poder girar a pedir ayuda a ningún lado y sin más, la vida pierde sentido y perspectiva, porque todo lo que soñamos que sería nuestra vida, lo que queríamos hacer o lo que pensábamos lograr se va por el caño delante de nuestros ojos. La fe y el amor que había en nuestro corazón por Dios se desvanece, ya no lo sentimos más, pero aún así, reunimos la poca valentía y fuerza que nos queda y hacemos el intento una vez más y luchamos y luchamos, nadamos contra la corriente, nadamos y nadamos pero un día, estamos tan agotados que en nuestra mente solo quedan cuatro palabras “No vale la pena”.

Pero oye Rorra “somos cristianos pues”…Sí, si, ya sé, ahora cuéntame una de vaqueros.

Miren: sé que es la costumbre vendernos un evangelio de remate, donde todo es victoria, optimismo, prosperidad y ganancia, pero la realidad es otra y nos mira a la cara todos los días. Y ¿a quién no le ha pasado que lo señalan y lo acusan de mal cristiano o cristiano tibio o cristiano hipócrita? Si ya andábamos con las justas con nuestro espíritu, eso termina por hundirnos en el fondo del charco debajo del barro del hongo de la bacteria del tronco donde se sienta un feroz cocodrilo y se vuelve harto difícil sacar la cabeza a la superficie nuevamente, porque esa realidad en la que se ha convertido nuestra vida es de miedo, y nos quedamos ahí, solos, espantados y enlodados, esperando que se nos acabe el aire porque a final de cuentas “ya no vale la pena” “Dios no me escucha” “mi vida no tiene sentido” “¿qué no ves como es mi vida”… ¿Qué pasa? ¿De quién es la culpa? ¿Castigo? ¿Karma? ¡¡¡Qué es!!!

Quizá soy la única marciana y solo yo me he sentido así alguna vez. Quizá solamente los que vivimos en la nebulosa jupiteriana le hemos preguntado a Dios ¿qué quieres de mí? ¿Para qué estoy aquí? Tal vez y solo tal vez, solo yo he sentido que estoy cargando un saco de errores, que pesa tanto que la verdad he pensado que no vale la pena siquiera intentar dar un paso. Si pues, quizá sea así o quizá solo estoy contando cuentos.

La pregunta entonces es ¿cómo hacemos para vivir esa realidad sin sucumbir en el intento? ¿Cómo hacemos para que esa realidad no enfríe el amor que sentimos hacia Dios? ¿Cómo hacemos para que no nos afecte y tampoco afectemos a los que están a nuestro alrededor? ¿Cómo hacemos para no volvernos unos cristianos escépticos?


HUMANOS ANTE TODO

Primero que nada, problemas siempre vamos a tener, períodos de prueba, de escasez, de enfermedad, de tristeza, de pérdida, de tentación porque: somos SERES HUMANOS y repito HUMANOS, por favor, como siempre digo, aún no vivimos en el cielo, todo lo contrario vivimos en un mundo caído en manos de nuestro enemigo sujeto a maldición por nuestro pecado, un mundo que clama por su redención, un mundo que hemos arruinado con nuestras propias manos, aún somos mortales y moriremos todos, sin excepción alguna, aunque seas cristiano, budista, católico o ateo, nadie vive para siempre; aún estamos rodeados de maldad, aún tenemos que luchar contra las tentaciones, contra nuestra naturaleza inclinada al pecado. Sí, hasta que Cristo vuelva o nos llame a su presencia mis queridos bloggeros, tenemos que seguir remando. Así que discúlpame si te pinché el globo, pero ángel no eres y tampoco vives dentro de una burbuja.

Partiendo de aquí, todo es mucho más sencillo: no te enfermas porque estás poseído o cargando una maldición generacional o porque no eres un buen cristiano; te enfermas porque te agarró un virus que flota en el ambiente, porque no te abrigaste bien, porque comiste un chicharrón en mal estado o porque había algo en tu cuerpo que no trabajaba muy bien. Así de simple.

TIRA LA PIEDRA, ESCONDE LA MANO

Vamos, se sincero, a veces sí es nuestra culpa. He recibido muchos emails de hermanos que se preguntan porqué están pasando por tal o cual situación y mi sorpresa no es nada grande, más bien es algo que me espero con demasiada frecuencia, enterarme que esa mal llamada “prueba” no es sino el resultado de sus propias decisiones. Así es: ni el diablo, ni Dios, ni el mundo tienen la culpa, solo tú y yo por tomar decisiones que: a) No le agradan a Dios… b)…sobre las cuales nunca le preguntamos nada… c)…sin analizar todo el contexto, es decir, lo que implica tomar esa decisión, sea que ésta involucre comprar un nuevo par de medias o casarse o viajar, cosas por el estilo. Sí te comiste tres panes con chicharrón, cebolla, camote frito y tu taza de quácker, entonces no te quejes de estar gordo y mal del estómago. Y ¿qué hay con las deudas? Ahhh pues mira tú, tarjetita por aquí, tarjetita por allá, televisor de plasma, las últimas Converse y quién sabe que más, entonces no es que Dios no te provee para tus necesidades, es que tú usas mal la provisión que Dios te da. La deuda es una plaga, sin duda, que se ha extendido al pueblo de Dios con una la velocidad de un fórmula 1. ¿Te casaste con un inconverso? O ¿tienes relaciones antes o fuera del matrimonio? No te puedes quejar entonces de un divorcio, de un matrimonio infeliz o un embarazo no deseado. No podemos pretender pues, tomar malas decisiones y tener una vida próspera (ojo que prosperidad no solo se traduce en dinero) feliz y bendecida.

Así son las cosas, como siempre le recuerdo a mi hija, toda acción y decisión tienen sus consecuencias, para bien o para mal y si tuvimos la suficiente valentía para tomarlas o llevarlas a la acción, de la misma forma, tenemos que tener coraje para asumir lo que viene después. Como bien dicen, a lo hecho, pecho.

YO NO FUI, FUE TETÉ

A ya, ahora llegamos al temita, a la muletilla: “las maldiciones generacionales”. Al respecto, tengo que decir que no estoy de acuerdo porque no es un tema que se sostenga por sí solo, bíblicamente hablando, es más bien un conjunto armado y promovido por aquellos que alegan tener un “ministerio de liberación”. Con seguridad puedo afirmar, que han escuchado muchas “enseñanzas” al respecto, sin ir muy lejos, una conocida tele-evangelista sostiene en su libro de “maldiciones generacionales” que problemas de índole humana como “problemas en los pies, dolores de cabeza, migrañas, enfermedades del corazón, complejos de inferioridad, insomnio, esclerosis múltiple, nervios, infartos, pobreza, hijos rebeldes, familiares inconversos, preocupaciones de cualquier índole…etc, son producto de maldiciones generacionales”. Lo cual quiere decir que todas las cosas malas que ocurren “pueden ser” resultado de una maldición generacional. Sobre ese tema, hablaremos en su momento, a lo que quiero llegar con esto es que debemos mantenernos alertas, a Satanás le encanta mantenernos entretenidos, mis queridos bloggeros y utiliza este tipo de enseñanzas para alejarnos de la raíz de todos los problemas: NOSOTROS MISMOS. Claro, que fácil, no fuiste tú nooooo fue Teté y pégala, pégala que ella fue. Asumir la responsabilidad por nuestros errores no es fácil, ni lindo, ni bonito, ni cómodo, por lo que es más fácil echarle la culpa al otro. Si quieres culpar a alguien, te doy un secreto infalible: mírate en el espejo, ahí esta el culpable.

La vida, en sí, no es fácil. Es un viaje en el que nos encontramos, cada cierto tanto, en medio de encrucijadas que definen nuestros próximos pasos y nuestro futuro. Confiamos a en Dios, sí, lo hacemos y creemos que El siempre va a cuidarnos y proveernos de todo lo que necesitamos. Pero es importante recordar que tenemos libertad de decisión y de acción, de ahí todas las advertencias que encontramos en la Biblia, por tanto debemos actuar y decidir con responsabilidad, para que luego no tengamos que lamentar las consecuencias. Pero, hey! No somos infalibles, nos vamos a equivocar (si alguien no se equivoca, avíseme pues, quiero conocer al marciano) sí eso sucede, tranquilidad amigos, tranquilidad. Incluso, las metidas de pata más monumentales sirven para aprender y enmendarnos. Hoy conversaba con un buen amigo y estábamos de acuerdo en que TODAS LAS COSAS AYUDAN A BIEN A LOS QUE AMAN A DIOS y queridos, TODAS LAS COSAS, son todas, no algunas, no depende de. Si amas a Dios, ten por seguro que esa situación tan mala, tan desagradable e interminable, Dios la usará para tu bien. Así que ponte de pie, sacúdete el polvo y sigue caminando.

No sé que situación estén atravesando ustedes, pero sí se y estoy segura, que aún en medio de esa oscuridad, una columna de fuego nos ilumina el camino, para que sigamos andando por el camino correcto. Como me gusta pensar, todos los plazos se cumplen e incluso, la sentencia más larga llega a su fin.

Kriños,

La Rorra

viernes, 30 de julio de 2010

EL CADAVER DE LA NOVIA

La novia de Cristo aún no está preparada para su retorno: para mí, ese es otro hecho ¿Qué Cristo viene pronto? Sí, lo creo y lo recontra creo ¡Nada más basta mirar por un segundo alrededor! Las señalas están dadas, las profecías se cumplen una tras otra con una velocidad vertiginosa, la tierra clama a gritos por su redención porque ya no aguanta más, el avance de la ciencia, el retorno de Israel y un sinfín de cosas más. Pero vuelvo a mi premisa ¿La Iglesia, es decir, la Novia de Cristo, está preparada para su retorno?

Permítanme darles una pequeña explicación de lo que significa ESTAR LISTA en el contexto del matrimonio en la época de Jesús.

En la ceremonia tradicional antigua, el joven que pretendía casarse con una virgen judía debía acudir a la casa del padre de la novia con 3 cosas:

- Su dote o mejor dicho, su mejor oferta financiera por la novia.

- Un contrato de compromiso nupcial.

- Un odre lleno de vino. Si el padre aceptaba las condiciones, entonces venía la hija quien decidía si quería o no casarse con el pretendiente; si aceptaba tomaba el odre de vino e inmediatamente sonaba una trompeta que anunciaba el

compromiso del los jóvenes.

Durante el año de su compromiso, los jóvenes se conocían bajo el cuidado constante de un chaperón y además el joven preparaba un CHUPPAH en casa de su padre. Tradicionalmente, el chuppah era la habitación en donde tendría lugar la luna de miel (actualmente es un paño con cuatro postes debajo del cual se celebra el rito). Por supuesto, en esa época

no se enviaban invitaciones impresas como lo hacemos hoy en día, así que si los amigos y familiares de la pareja querían saber cuando era la boda, se hubiesen quedado con los crespos hechos porque mientras el padre del novio no diera su aprobación no se realizaría la ceremonia, es d

ecir, el padre decidía si su hijo estaba o no preparado para asumir su rol de esposo y nadie, ni siquiera el novio sabía cuando sería eso. No muy lejos de ahí, la novia tenía que estar preparada y lista para cuando el novio fuese a reclamarla. Era una tradición mantener una lámpara de aceite encendida en la ventana, junto a una jarra adicional de aceita a mano, por si al muy ocurrente del novio se le ocurría caerle de noche. Entonces, cuando el padre del novio decidía que su hijo ya tenía todo listo, le daba permiso para ir a reclamar a su novia y en ese momento, sonaba nuevamente una trompeta, la cual tenía como propósito anunciar la llegada de la novia ¿a que no saben como se llamaba a esta trompeta? Obvio mis bloggeros, se le conocía como

LA ULTIMA TROMPETA. Así que, una vez anunciado por el sonar de esta última trompeta, el novio tomaba su contrato nupcial y se lo presentaba al padre de la novia, quien reclamaba a la virgen como su esposa y se la llevaba a la casa de su padre, en donde él había preparado el chuppah. Finalmente, cuando llegaban a la casa del padre del novio, éste tomaba la mano de la novia y la colocaba junto a la mano de su hijo y se convertían en esposos y colorín

colorado, este cuento se ha acabado.

¿No ven la analogía que usó inteligentemente Jesús al referirse a la Iglesia como su Novia?

Cuando la Biblia habla de la Iglesia describe a una novia bellamente ataviada, con su vestido blanco radiante e inmaculado, con su lámpara llena de aceite, velando, esperando a su novio con ansia y digo, con esa expectativa que hace que el corazón lata demasiado a prisa, que las horas pasen con una lentitud insoportable y que llena el estómago de mariposas mientras otea con impaciencia la senda por donde se supone que aparecerá su novio, porque sabe que ya se presentará en su puerta en cualquier momento ¡Y es cierto! Porque nos dijeron “cuando suceda esto o aquello, entonces”…entonces es como la llamada que estábamos esperando,

y la última trompeta fuera nuestro tono favorito en el celular y del otro lado de la línea nos dijeran: “espero que estés lista porque ya llegué”

Por otro lado, tenemos a Emily, que vive en el colorido inframundo creado por Tim Burton en el “Cadáver de la Novia”. Ella, la eterna novia es la otra cara de la moneda: el traje con el que viste lo que queda de su cuerpo azulado, está roto, viejo, sucio, toda ella está marchita y mustia. Emily,

es un cadáver que habla, que anda y que aparentemente es todo amor y pretende estar viva, cuando la realidad es que aunque no lo quiera creer o no se dé cuenta, está bien muerta.

Entonces vuelvo a mi pregunta ¿La Novia de Cristo está preparada para su regreso? No, no lo creo. Según todo lo que he visto y oído y sin generalizar, por supuesto, porque dentro de todo existen excepciones, creo que la iglesia actual se parece más a Emily que a la hermosa novia bíblica.

Es muy probable, y sin temor a equivocarme, que se me acusará de crítica y detractora. Pero para mí, la verdad, como bien dicen, duele pero no ofende. Así que ¿porqué creo yo que la Iglesia se parece más a Emily (el cadáver) que a Victoria?

Yo opino….

LA IGLESIA HA OLVIDADO SU VERDADERO LLAMADO…no hemos sido llamados a crear “mega iglesias” ni a ser cantantes “famosos” ni a “profetizar” cual cefalópodos qué sucederá con la vida de Quién ni en qué pecado anda Aquél. ¡No! Y mil veces ¡No! La Iglesia de Cristo ha sido llamada a “proclamar las virtudes de Aquel que nos llamó de tinieblas a su luz” a predicar el evangelio entre aquellos que no conocen a Jesucristo ¡Qué fácil olvidamos lo que tenemos que hacer por lo que queremos hacer! Con esto no pretendo decir que servir en un ministerio específico está mal, no, por favor, estamos hablando en el contexto de la Iglesia como un todo y como tal, se complementa con el resto del cuerpo, para que el cuerpo, es decir, la Iglesia, cumpla con su llamado que es el de predicar a todo el mundo el evangelio de Jesucristo.

“Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes”… Mateo 28: 19-20a (NVI).

LA IGLESIA ES EL UNICO EJERCITO QUE MATA A SUS CAIDOS… y este es un hecho más que conocido. Basta ver la cantidad de hermanos que luego de caer en pecado o supuesto pecado (y de eso hablaremos en algún momento) no solo han sido expuestos y humillados por sus líderes ante la congregación, sino que luego se les obliga a vivir con su letra escarlata, recordándoles a cada momento “de donde han caído” y que si siguen ahí es por “la misericordia” de Dios, obligándolos a vivir marginados y con un terrible sentimiento de culpabilidad que lo acompañará hasta su último aliento. Con cuánta razón hay tantas personas que alguna vez fueron cristianos y ahora niegan su fe o van de congregación en congregación buscando un lugar donde finalmente puedan buscar de Dios en paz. Realmente es impresionante y espeluznante ver como a alguien caído, herido, adolorido y agonizante, lo remate alguien de su propio bando, midiendo con la vara de una supuesta integridad y moralidad, y tomando, además, el nombre de Dios para justificar un ejecución que El nunca ordenaría ni ordenó, porque obviamente pasaron por alto que nuestro Señor es amor, que Su voluntad es que nadie se pierda y que “si confesamos nuestros pecados El es fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad” Hemos usurpado el papel de Dios como Juez y por ello el autoritarismo se ha vuelto moneda corriente dentro de las congregaciones, echando mano al abuso de poder y la humillación pública como instrumentos de disciplina. No quiero decir que hay que hacer de la vista gorda con el pecado, un VERDADERO LIDER, sea este el que sea y me refiero a líderes de célula (o como le llamen) pastores, encargados, etc., sabrá manejar con sabiduría cada caso en especial y en su corazón prevalecerá la restauración a la ruina, el amor a la condena, el perdón al castigo.

Y hablando de líderes…

LA IGLESIA EXALTA MAS A LOS LIDERES QUE AL MISMO JESUCRISTO… es común ver como a los cantantes, músicos, predicadores o cualquier persona con cierto nivel de influencia dentro de las congregaciones, se les coloque en un pedestal, emulando a los famosos, a los de la súper clase mundana. La última vez que estuve en un “concierto” cristiano (y no voy a decir cual para no encontrarme con una cruz en llamas a la entrada de mi casa) las chiquillas y las no tan jóvenes, gritaban por los músicos o el cantante como si se tratara de un concierto secular, por otro lado, la reunión no distaba en nada de un show mundano ¿Cómo marcamos la diferencia entonces? No me vengan a decir que pretendo que volvamos a la época de la guitarrita de palo y el himnario, yo no diría tal cosa, aunque mal no le vendría a las congregaciones recordar que la ministración con música no es igual a SHOW (y ese tema lo tocaré muy pero muy pronto). También están los predicadores, sobre todo los televisados, que disertan sin medir sus palabras y sin tomar en cuenta al oyente quienes toman sus dichos como si fuese la santa Palabra de Dios, se creen muy inteligentes, muy sabios, muy “ungidos” y con mucho derecho a aviones privados, a guardaespaldas, a publicar libros y montones de cosas que, por ejemplo, los apóstoles nunca hubiesen aceptado, mas bien su testimonio nos habla de cárceles, privaciones y martirio ¿a cuántos de estos televisados hemos visto predicar en la India o sin ir muy lejos predicando en Puno en los meses más crudos del invierno donde las temperaturas pueden llegar a menos de 10 grados bajo cero? También claro, están los que convierten a estas personas en la élite cristiana y que anteponen sus enseñanzas o sus canciones (porque suenan chévere o es lo más nuevo) a la Biblia o a una simple pero poderosa canción “antigua”.

Y hablando de eso…

LA IGLESIA SE HA CONVERTIDO EN EL “GRAN SHOW”…o Dancing with the Stars, el reality que más les guste. Los servicios dominicales se han convertido en una lucha feroz por captar asistentes, aunque eso signifique que éstos sean de otras congregaciones hermanas ¿ética? ¿Qué es eso? Además también está la lucha por tener el mejor grupo de música, los mejores instrumentos, las canciones más actualizadas, las que suenan mejor sin siquiera analizar el contenido de la letra, sin siquiera saber como ministrar o si tienen el llamado para hacerlo, porque sepan ustedes que para ministrar con música no solamente hay que saber cantar o tocar algún instrumento, hay que haber sido llamado (separado) por Dios para realizar dicha tarea, lean por favor 1° Crónicas 15:16 en adelante. Por otro lado también están los predicadores, buscando el sermón más gracioso, el más rebuscado, el más rompecocos, el que esté más de moda o cualquiera que se encuentre en internet. Todo en su conjunto, parece un show, armado y milimetrado para que brillen sus estrellas y se llenen las butacas.

LA IGLESIA SE HA OLVIDADO DE LA SENCILLEZ DEL EVANGELIO… el evangelio es sencillo, es blanco o es negro, aceptas o rechazas, así de simple. Si aceptas a Jesús eres salvo, si no, estás frito; si no obedeces, estás en pecado, si lo haces, tienes bendición ¿para que torcer las cosas? Actualmente ser cristiano es demasiado complicado y no porque el mundo lo haga difícil. Si bien seguir a Cristo siempre fue un asunto radical y peliagudo, hoy además de luchar contra el mundo, contra nuestra propia naturaleza y contra nuestro enemigo, también tenemos que luchar para poder cumplir con las cargas que nos impone la congregación o la “visión” que estemos siguiendo, lo cual me recuerda que en los tiempos de Jesús los fariseos imponían cargas que ni ellos mismos podían cumplir y hoy sucede exactamente lo mismo. Es tan común escuchar de “la doctrina tal” o la “enseñanza aquella”, de ministerios tan absorbentes que sus seguidores ya no tienen vida propia o la muy mentada “visión de” y todos correr tras de la novedad como borreguitos diciendo “meeeee” solo porque lo dijo fulanito, para finalmente terminar haciendo un tremendo daño a la Iglesia, a su congregación y a sí mismos, y con ello, dando un mal testimonio al mundo, que termina por rechazar el evangelio ¡Qué diferente sería todo si analizáramos todo a la luz de la Palabra de Dios! Y por supuesto, como siempre lo he dicho, Dios nos creó con un cerebro, sentido común y libre albedrío. Usémoslo ¡¡¡por favor!!! Y hagámosle un bien a la Iglesia y a nosotros mismos.

Podría seguir hasta que se me caigan los dedos, pero creo que ya ven el punto, así que EN CONCLUSIÓN…

A pesar del inminente retorno de Cristo, el vestido de su novia está sucio y hecho jirones a causa de las continuas divisiones, las doctrinas anti bíblicas, la exaltación al líder y la fanaticada por los grupos musicales; no hay un solo lugar en donde un cristiano no haya dado mal testimonio dejando a su paso un tufillo pestilente a doble vida, lo que ocasiona que por uno, a todos nos metan en el mismo saco y el mundo nos rechace porque para ellos, todos los cristianos somos mentirosos, pseudosanturrones e intolerantes y prefieren ser mundanos íntegros a cristianos hipócritas. Y créanme, yo pensaría de la misma manera.

Nosotros como Iglesia, no solo debemos dar la apariencia de ser novias, somos la Novia de Cristo y debemos estar preparados para su llegada ¿cuánto más esperaremos para alistarnos y acicalarnos? ¿Qué otra señal estamos esperando para entender que el retorno de Cristo está más que cerca? Dejémonos ya de tonterías, terminemos con las divisiones denominacionales y doctrinales, vivamos una vida íntegra, alumbremos en medio de las sombras, seamos refugio para el necesitado, pero sobre todo, vivamos esperando con ansia a nuestro Novio, al Señor Jesucristo, con una lámpara encendida en una mano y en la otra una jarra de aceite y el traje de boda puesto.

Sí, pues, aunque me excomulguen...

martes, 25 de mayo de 2010

ESTUDIO SOBRE LA CONFESION POSITIVA

Queridos amigos bloggeros y hermanos en Cristo, paz paz paz!!! He decidido suprimir temporalmente el pequeño estudio sobre la CONFESION POSITIVA, no voy a decir que estoy feliz, no para nada, pero bueno, a veces hay que dar el brazo a torcer en aras de la supervivencia, he he eso no quiere decir que me estoy ablandando, noooooo para nada! Simplemente espero una batalla por la que valga la pena sangrar y este no es el caso. Si fueron de los pocos que en menos de 24 horas de posteado leyeron el estudio y aún les interesa, se los envío, mándenme un email y lo tendrán en su bandeja en menos de lo que escribes ANTIBIBLICO.
K-riños,
La Rorra

martes, 11 de mayo de 2010

HECHOS #5: DISCIPLINA: ¿NEGOCIACION O VARAZO?

Hoy en día ser padre es extremadamente difícil: ese es otro hecho. Es andar cada día sobre una cuerda floja sobre el edificio más alto y sin paracaídas, nos tiene cada segundo con el alma en vilo ¿verdad? pero es a la vez es la bendición más grande que Dios ha podido conceder a sus hijos.

El corazón de un padre es doblemente grande y sus preocupaciones y responsabilidades también. Velar por otra vida además de la nuestra es difícil sobre todo cuando andamos con las justas con nuestro propio espíritu. Lo digo como quien lo vive cada día y aunque soy de las que sufre en silencio, decidí escribir esta pequeña reflexión porque me han llegado muchos, muchos mails de padres con están atravesando problemas con sus hijos.

Tendemos a pensar que por el hecho de ser cristianos se nos facilitan las cosas. Lo cierto en esa creencia es que no es nada cierto. Nadamos contra la corriente en el día a día y nuestra labor como padres no se escapa de esta realidad. El mundo nos dice una cosa, la Biblia nos dice otra. Cuando mi hija recién nació la onda de los pediatras era que teníamos que darles de comer (lactar) cada vez que tenían hambre (no sé si la onda sigue igual) resultado: el niño come cuando le da la gana y así algo tan sencillo, mundano y práctico puede ocasionarnos mil problemas, en este caso, por ejemplo, yo no dormía, mi hija lloraba todo el santo día, estaba de mal humor, etc. Por lo tanto y como moraleja: antes de poner en práctica algo, debemos usar nuestro cerebro, nuestro sentido común y nuestra Biblia, porque ¿somos cristianos no?

Pero vayamos al grano.

EL ARBOL SE TUERCE POR FALTA DE GUIA

Un día decidimos tener un árbol. Nos hacemos con la semilla y la plantamos. Este árbol va creciendo y requiere cuidado, tienes que alimentarlo, plantarlo en un lugar adecuado para que tenga aire, sol, para que sus raíces puedan crecer sin causar daño a la estructura que lo rodea o a sí mismo, tienes podarlo, etc. ¿pero qué pasa? Un día nos levantamos y vemos que las raíces de nuestro arbolito levantaron el piso de la sala ¡rayos! entonces nos enojamos con el árbol, tratamos de arreglar el desastre y después, una vez pasada la tormenta, nos olvidamos del asunto. El árbol continúa su estática vida, siguiendo su ciclo vital, insertando cada vez más profundamente sus raíces y luego ¡plop! ¡el tronco creció torcido! ¿qué hacemos? Nos enojamos una vez más con el árbol, llamamos al jardinero y como el árbol ya está grande no nos queda otra que cortar el tronco y esperar a que crezca y esta vez esperamos que no se tuerza y para ello, los jardineros usan un “palito” amarrado al tronco para que le sirva de guía y no se tuerza. Por supuesto, otros más radicales simplemente sacan el árbol de raíz y punto: fin del problema.

Un hijo es como un árbol. No es simplemente traerlo al mundo y ya. Tampoco podemos alimentarlos, vestirlos, mandarlos al colegio y darles plata y pensar que esa es toda nuestra labor como padres o a lo mejor pretender que como somos cristianos nuestros hijos serán naturalmente lindos y obedientes, porque repito, somos cristianos y el Espíritu de Dios y tararí tarará. No, para nada. Cada niño es como es: un roble, un ciprés, un pino, un álamo, un fresno, una palmera. Algunos crecen naturalmente fuertes otros requieren de más cuidado, otros muestran sus frutos rápidamente otros tardan muchos años, otros son decorativos y otros son altos y longevos. Cada niño es único, con sus propias cualidades, sus virtudes y sus defectos. Siempre he escuchado que los hijos son la extensión de los padres: nada más equivocado, nada más fuera de la realidad ¡los hijos no son la extensión de nadie! Partamos por ahí. Tenemos un hijo y lo primero que debemos entender es que es una persona diferente a nosotros. A medida que va creciendo, incluso desde las primeras horas, vamos conociendo su carácter y sus preferencias. Cuando mi hija nació estuve por un tiempo con mi mamá y la verdad es que no entendía muy bien a mi hija, entonces mi mami me iba diciendo “tiene sueño”, “está aburrida”, “tiene hambre” (claro, la experiencia, pero mi mami captó más rápido el carácter de mi hija) y así poco a poco, aprendí a distinguir necesidad vs. reacción y de qué manera tenía que actuar yo como mamá. Así es hasta el día de hoy: acción – reacción.

Los hijos crecen, su temperamento se va moldeando y sus necesidades y problemáticas cambian también y cada vez que eso sucede, tenemos que ajustar el “palito”, es decir, la guía, para que no se tuerza. La Biblia nos dice que nuestra naturaleza es pecaminosa, es decir, nos inclinamos naturalmente a la desobediencia, a la rebeldía y no podemos pretender que nuestros hijos, por el hecho de haber sido criados en “cuna evangélica” o porque los llevamos a la escuela dominical, no se inclinen por el lado “oscuro de la fuerza” (sí me gusta Star wars, jejee). Al contrario, como padres cristianos Dios nos exhorta a disciplinar a nuestros hijos, eso quiere decir que debemos adoptar medidas antes, durante y después. Reconozco y lo he dicho siempre, que soy extremadamente consentidora, pero gracias a Dios mi mamá, mi papá y Mario (el papá de mi hija) se encargan de enmendarme la plana antes de que las cosas alcancen proporciones descomunales. Sí señores, mamá perfecta no soy ni me creo. Ajustar el “palito” es un proceso difícil y doloroso para ambas partes. Para ellos, porque tenemos que apretar el nudo de la vara al tronco en contra de lo que le dicta su naturaleza (es decir torcerse) y para nosotros porque nos toca apretar la cuerda.

Proverbios 22:15 “La necedad es parte del corazón juvenil, pero la vara de la disciplina la corrige”

No podemos esperar que el tronco no se tuerza si dejamos que crezca sin guía. No podemos esperar que nuestros hijos sean obedientes si nunca les enseñamos a obedecer. La disciplina es esencial para la formación de nuestros hijos, Dios nos disciplina porque nos ama, nosotros disciplinamos a nuestros hijos porque los amamos. Cuesta, sí. Duele, sí también. Pero a la larga veremos el fruto y nuestros hijos también.

APLICANDO LA DISCIPLINA

Ya que no existe un colegio pre-paternal tenemos que ir aprendiendo en el camino. Lo cierto es que nuestra obligación es corregir a nuestros hijos. Entonces, cuando llega el momento nos preguntamos ¿cuál es la forma correcta de disciplinar a los chicos? ¿qué debo y que no debo hacer? Tal como mencioné en párrafos anteriores, cada niño es diferente, lo que funciona con uno puede no funcionar con otro, llegar al punto adecuado toma tiempo y lamentablemente tenemos que usar el método de ensayo y error. ¿Usamos la tradicional nalgada o les quitamos algo? ¿Los mandamos al rincón o los dejamos sin postre o les damos un azote?

He escuchado a muchos psicólogos que dicen que no debemos emplear las “nalgadas” para disciplinar a nuestros hijos, que debemos conversar, hablarles, etc. Para mí y repito, en mi opinión, los psicólogos dicen lo políticamente correcto en lugar de lo que en la práctica funciona. El otro día estaba haciendo zapping y en el canal Liv estaban dando una serie que se llama “Parenthood” y el papá le decía a un niño que no quería comer “te dejo ver 15 minutos de televisión si comes tu comida” y el niño dijo “15 minutos por bocado” y el padre accedió.

Esta es la moda actual, la negociación, la onda psicológica de “jamás una nalgada” “jamás un cachetazo” es lo que los padres de hoy en día optan para que los niños obedezcan o se porten bien o cumplan con sus obligaciones.

Entendamos que no somos negociadores. Nosotros somos los padres y ellos los hijos. Nosotros los formadores y ellos los que necesitan ser corregidos. Al “negociar” con ellos nos ponemos al mismo nivel que los niños y les entregamos un poder que no deben tener, estamos cediendo la autoridad que Dios nos ha dado y eludiendo nuestra responsabilidad. Explicar, no es sinónimo de “negociar” vale decir, “si haces esto, yo hago aquello”. Por supuesto hay cosas y cosas que se pueden “negociar” con los hijos, pero nunca al aplicar la disciplina.

Veamos que dice la Biblia:

2 Samuel 7: 14 “Yo seré su padre, y él será mi hijo. Así que, cuando haga lo malo, lo castigaré con varas y azotes, como lo haría un padre”

Salmos 89:32 “con vara castigaré sus transgresiones y con azotes su iniquidad”

Proverbios 23:23 “No dejes de disciplinar al joven, que de unos cuantos azotes no se morirá”.

Proverbios 29:15 “La vara de la disciplina imparte sabiduría, pero el hijo malcriado avergüenza a su madre”

Todos estos pasajes nos exhortan a corregir a nuestros hijos, disciplinarlos, incluso utiliza las palabras “vara” y “azotar” y que “de unos cuantos azotes no se va a morir”, es claro que está hablando de castigo físico y por supuesto no estamos hablando de maltrato, estamos hablando de corrección.

Para tener las cosas un poco más claras:

¿Qué quiere decir disciplinar? La palabra “disciplina” en el hebreo es “musar”, que quiere decir: instrucción, castigo, advertencia. Si vemos las diferentes palabras que nos dan el significado del “musar”, podemos ver con claridad que la Escritura no habla solamente de disciplinar con vara, si no también habla de instruir y advertir.

De la misma forma en la que Dios disciplina a sus hijos debe ser la disciplina con la que los padres traten a sus hijos. El Señor desea constantemente instruir a Sus hijos, pero también hay veces que le es necesario castigar a sus hijos, como los padres en lo natural, instruyen (hablan) al niño pero hay momentos en los que es necesario algo más que hablar, hay que aplicar el castigo: la vara

La vara: En hebreo SHEBET (vara) es una rama delgada y flexible de un árbol. La “vara” es sólo una parte del “musar” (disciplina) y es también es símbolo de autoridad, recordemos por ejemplo la vara de Moisés o la vara del pastor. ¿Qué quiere decir esto? La vara debe usarse únicamente para disciplinar, no para asustar o amenazar. El niño debe comprender el significado de la vara y que la disciplina no significa ausencia de amor sino lo contrario.

Para que la corrección sea eficiente que diferenciar entre el uso de la vara y el azote y lo explica el Salmo 89:32. Hay travesuras y maldad. Hay cosas que merecen ser corregidas con un simple “te quedas sin postre”, otras que merecen una “nalgada” y otras que merecen ser castigadas de otra manera. Y vuelvo a repetir, no estoy hablando de maltrato infantil. No se te ocurra abrirle la cabeza a patadas ¡por favor! ¿Debe haber diálogo? Definitivamente que sí. Hay que explicarle qué hizo mal y porqué está mal y aplicar la corrección. Les contaré que particularmente me cuesta mucho esta última parte, digo, la de aplicar la corrección porque como ya mencioné antes, soy recontra consentidora. Pero mi mamá siempre me recuerda que ella sigue creciendo y que ya no es una bebé y si no la corrijo ahora, luego será muy tarde y la culpa será mía, porque el trabajo de ajustar la guía me ha sido encomendada a mí y a su papá. Yo puedo hablar hasta que se me caiga la lengua, pero aplicar el castigo, sobre todo ahora que está adolescente, me cuesta muchísimo, lo reconozco, pero hay que hacerlo aunque nos duela a las dos.

Entendamos que si no estamos dispuestos a corregir a nuestros hijos, entonces, no estamos amándolos. Si no los corregimos a tiempo, entonces, el tronco se tuerce y si pasamos dejar el tiempo, enderezarlo puede que ya no esté en nuestras manos, un buen cachete a tiempo puede ahorrarles una vida de desdichas y lamentos.

Proverbios 13:24 “No corregir al hijo es no quererlo; amarlo es disciplinarlo”.

LA VIDA SIGUE, LOS HIJOS CRECEN, NOS HACEMOS MAS VIEJOS

Es cierto, es otro hecho. Nuestros hijos, como ya me recuerda mi mamá, crecen, se vuelven adultos y toman sus propias decisiones. Yo siempre le digo a mi hija: “Ay hijita ¿porqué no te quedaste en mi barriga?” La necesidad de proteger a nuestros hijos es un regalo adicional de parte de Dios. Ese instinto de protección, de mamá gallina se despierta conmigo cada día y me impulsa, incluso a la sobreprotección. Es extremadamente útil algunas veces, nos hace ser más avispados, a estar alertas contra los peligros reales e imaginarios, pero a veces nos ciega al punto de verlos como bebés, como nuestros pequeñitos que van babeando mientras gatean por la sala y van directamente con el dedo extendido hacia el enchufe y nosotros corremos como poseídos para evitar que se electrocuten. Pero esta etapa no dura toda la vida. Por ello, la necesidad de corregir, de disciplinar, de ajustar la guía a tiempo, para que llegado del momento nuestros hijos se equivoquen lo menos posible y ojo que digo lo menos posible, porque infalibles no son. Cuando ya llegan a cierta edad, no podemos impedir que tomen sus propias decisiones y que carguen con las consecuencias de ello, sean estas para bien o para mal. Se van a equivocar, los veremos tropezar y nosotros debemos estar ahí para ayudarlos. Lamentablemente, cuando ya son mayores de edad no podemos decidir por ellos, no podemos asumir las consecuencias de sus errores, no podemos hacer que por ejemplo vayan al a iglesia, que oren, que se porten bien, etc. Si no hemos ajustado la guía, si no hemos corregido, ellos van a actuar en consecuencia de lo que les dicta su naturaleza e incluso, si lo hemos hecho y ellos igual lo hacen, no podemos hacer nada más que orar, aconsejar y ayudar.

El domingo pasado (digo el 9 de mayo) celebramos el día de la madre. Estuve junto con mi familia y conversábamos respecto a nuestros hijos. No importaba si era la abuela o la madre con hijos adultos o la madre con hijos pequeños, todos teníamos algo en común: preocupación por nuestros hijos y cuando ya son grandes a veces nos sentimos impotentes porque no podemos tomar las decisiones por ellos, porque no podemos meternos a empujones a sus vidas, porque nosotros vemos el abismo al que se dirigen ellos alegremente y aunque se los indiquemos con luces de neón ellos siguen andando ligeritos hacia un error garrafal y nos duele. Pero así son las cosas. ¿Qué nos queda por hacer? Orar. Yo oro por mi hija. Mi mamá ora por mí y por mi hermano. Y así, los padres cubrimos en oración a nuestros hijos encomendándolos a Aquél que todo lo puede.


INFALIBILIDAD PATERNAL

Y como quien no quiere la cosa. Los padres no somos infalibles. Me ha tocado disculparme en muchas oportunidades y en ello también hay una lección para nuestros hijos. Gente, los hijos no vienen con manual incluido. Los hijos no son todos iguales, ni siquiera igual a nosotros y podemos equivocarnos. Estoy segura que a todos nosotros los padres nos gustaría ser omnipresentes y todopoderosos ¿o no? Me gustaría haber estado cuando a mi hija le “llovió” una niña y le rompió el diente, me gustaría estar en el salón de clases y jalarle la oreja cuando anda “carteándose” con la niña del costado y no presta atención a la clase o saber qué es lo que le hace sentir triste cuando ella no me lo quiere decir. Y así supongo que somos todos los padres.

Confiemos pues, en el mejor Padre del Universo, el más sabio y el más amoroso, sigamos las instrucciones que él nos ha dejado para criar a nuestros hijos, usemos las herramientas que él ha dispuesto para nosotros y finalmente, descansemos en El y tengamos paz, porque entendamos algo, es cierto que Dios nos ha bendecido con hijos, El nos los dio, pero nada es nuestro, ni siquiera ellos.

Amemos a nuestros hijos. Digámosles cada día cuanto los amamos, no solo con palabras sino también con acciones y la corrección es también una manera de decir: Te amo.

Proverbios 22:6: “Instruye al niño en el camino correcto, y aun en su vejez no lo abandonará”