Hablemos de cierto “hechos”: Me duele la panza – es un hecho. Estoy aburrida – ese es otro hecho. También es un hecho que la mayor parte de nuestro tiempo nos la pasamos así, simplemente existiendo, simplemente respirando, simplemente andando. Del trabajo a la casa, de la casa al trabajo. Me he preguntado un millón trescientas mil novecientas dieciocho veces cuál es el propósito de mi existencia. Cierto, es un poco tarde, al menos para mi, para una crisis existencial, que a propósito, no tengo, tan solo creo hay ciertos momentos en los que uno pierde un poco la perspectiva, como que se te desenfoca la vida y eso, gente, no es nada malo, no te hace menos espiritual, menos cristiano, menos bueno o más malo: es simplemente eso, un hecho: algo cierto, algo real, tangible, tan indiscutible como la “muerte y los impuestos” eso es un hecho. Como es un hecho también que a veces ciertas emociones nos dominan y se son salen por los poros ¿o no? Veamos: ¿Cuántas veces hemos andando por la calle con cara de zombie y el rabo entre las patas? ¿cuántas veces por esa misma calle el guachimán nos ha mirado con cara de locos porque andamos son una sonrisa orate? o ¿cuántas veces la gente se hace a un lado para no cruzarte contigo porque andas como el loco machete? Ahhh… ¿no que no?
Entonces me pongo un poco filósofa y pregunto ¿Soy menos espiritual porque tengo dudas o porque me siento medio perdida? ¿Tengo menos fe porque en ciertos momentos de la vida me cuesta creer lo que dice la Biblia? ¿Dios me va a borrar con la punta del dedo si me siento derrotada, triste, débil o sola? ¿Me voy a freír en el infierno porque a veces creo que la vida es simplemente existir? No lo creo. No es verdad.
Elías el profeta, por ejemplo, luego de una gran victoria huye de Jezabel y le pide a Dios que le quite la vida; otro fue David, quien nos dejó plasmado en los Salmos sus altibajos emocionales, un día podía cantar jubiloso y al otro decir “mi corazón está acongojado, me ha dejado el vigor, y aún la luz de mis ojos me falta ya” (Salmos 38:10): La depresión: otro hecho.
Quienes me conocen de verdad saben que paso por mis típicas fases rorrales: la fase antisocial, la muy social, la honguito, la insomne, la aburrida… y va dando vueltas, es cíclico, sin fin. En el entretiempo, es decir, al salir de una fase para entrar a otra, tengo mucho tiempo en el que no paro de pensar (para mi es un vicio realmente, lo dejas y luego recaes ¡plop!) quizá por que en cierta forma el silencio involuntario en el que existo me obliga a vivir hacia adentro y volcarlo hacia fuera, cuando el común de la gente mete hacia adentro lo que vive afuera, así que es muy poco o nada lo que logro absorber de afuera y pues, si lo vemos desde un punto de vista positivo es como una vacuna, hay pocas cosas que me afectan, muy pocas de verdad; pero desde otro punto de vista, es malo porque me voy inmunizando contra los estímulos externos, sean buenos o malos y me aísla y creo que lo peor de todo es que me siento cómoda detrás de mi barrera, en mi pequeño mundillo, en mi burbujita rorral, en mi escondite mental. Es entonces cuando las preguntas empiezan a acosarme, cuando busco frenética el quinto pie al gato y me frustro porque no tengo las respuestas o no llegan o me siento estancada, cuando estoy en el “medio de”, en “camino de”, cuando sobre mi cabeza no hay una nube negra sino un gran signo de interrogación en luces de neón. Sí, lo reconozco, soy muchas cosas: soy chata, soy pitufa, soy poco sociable, hablo mucho por épocas y en otras no hablo nada, no soy amiguera, soy amiga de mis amigos y sus amigos no son mis amigos porque la gente me llega, soy fácil de comprender y a la vez me siento incomprendida, me molesta la bulla, prefiero ir al cine sola porque odio a la gente que habla en el cine, prefiero un libro a salir con los amigos, soy hogareña-hermitaña, soy pata’e perro, soy golosa pero no como dulce, soy enojona, soy llorona, soy rígida, soy seria, soy bromista, no soy amable simplemente “polite”, soy cariñosa y a la vez tan seca como una pasa, soy tremendamente desordenada pero maniáticamente organizada, confieso, para mi vergüenza, que soy un poco ingrata y que detesto hablar por teléfono, amo los campamentos, amo el aire libre, amo el cycling, amo las caminatas, el trekking y bla bla bla …así que después de mucho análisis he llegado a la incuestionable conclusión de que soy simplemente HUMANA. Así como lo leen: porque, people, los humanos venimos en un paquete completo como en un trío telefónica: alma, cuerpo y espíritu. Y nos pasamos horas hablando del espíritu (que la regeneración, que el nuevo nacimiento, que la santificación, etc…) y hay muy pocas cosas que no se hayan dicho del cuerpo, pero nos olvidamos del alma, ahí, donde están nuestras emociones, nuestros anhelos, nuestros sueños, nuestro yo. Me llevó mucho tiempo, poca comida y bastante café quitarme el sentimiento de culpabilidad, la mosca en la cara, la pulga en el pantalón, el dedo acusador que te dice que eres una cristiana fría, una pseudocristiana incrédula, una farisea con traje de evangélica, una anormal, una marciana, una alienígena. El quid del asunto fue empezar por aceptar el hecho de quién rayos soy: un ser humano. Entendí que cuando empiezas por aceptar el hecho de que (y permíteme que te pinche el globo) no eres un ángel, no tienes un cuerpo glorificado (todavía), que la vida no es plana sino tan intrincada como la carretera a Pasamayo, entonces, todo cae en su lugar: puedes tener emociones, puedes alegrarte, deprimirte, enojarte…whatever!
¿Y porqué rayos les cuento esto?
Me han escrito muchas personas, jóvenes y no tan jóvenes, que se sienten señalados, minimizados y culpabilizados por sentirse emocionalmente aturdidos, descalabrados, en la nebulosa y no me sorprende en lo absoluto: la vida es demasiado compleja hoy en día, es mucho y muy poco. En un momento sientes que vas remando pero en el otro, estas en medio de una corriente que te empuja sin control hacia la catarata más alta. En otro momento estás muy seguro de ti mismo y en otro te sientes un microbio en el hongo de una ameba. En un momento estas contento y en el otro, hundido en el pantano de la incertidumbre. Y la iglesia, lamentablemente, te apunta con el índice y te frunce el ceño: no tienes fe, no oras, estas frío, tienes un “espíritu de depresión”, eres un incrédulo. Sí pues, aunque me excomulgen, es la verdad. Así que digo: BASTA. Esas emociones, esas maripositas en el estómago, esas ganas de reventarle el ojo al jefe, esas ganas de llorar a moco tendido, esas te las dio Dios. El secreto está en vivir un día a la vez, en vivir, como ya lo dijo Jesuschrist, es que cada día trae su propio afán y ese afán sus propias emociones, así que disfrútalas, vívelas y saboréalas, porque quizá al día siguiente ya no sientas ganas de llorar, sino de gritar o ya no de quiñar a alguien sino de abrazar, porque todo pasa, toda prueba tiene su principio y su fin como la noche su mañana.
Eh, eh, eh… pero un momentito. Aclarando siempre: Es normal sentirse depre: si, a veces. Es normal enojarse: si esto también. PERO, no es una excusa para andarle ladrando a todo el mundo o para andar moqueando en las esquinas o volverse un don pésimo, don chisme o doña burlona. Noooo!!!! Please. A las emociones hay que manejarlas como a la chela*, es decir, con moderación. Si le das rienda suelta a tu depre vas a terminar hundido en la oscuridad, si le das rienda suelta al enojo te va a llevar a la ira, a la violencia y así, pues, nos salimos del límite, esclavos de nuestras emociones. Recuerden: Dios nos ha dado dominio propio, como diría Ternero “Sí se puede” si puedes refrenar la euforia, el enojo, la tristeza, puedes ponerle una coma, un punto seguido, aparte o final a tus emociones, sin que esto signifique anular tu temperamento o tu personalidad.
A todos ustedes que me han contactado al email y me han dicho que como le hago con mi “problema”, que como hago para equilibrarme en la cuerda floja en la que vivo, que no saben que hacer porque se sienten viviendo en la nebulosa jupiteriana, que se sienten estancados, deprimidos, que Dios no los escucha, a ustedes amigos, hermanos, vecinos, patas, darlings, causitas: perder la perspectiva de la vida nos pasa a todos, es normal, es circunstancial y cuando eso sucede, pues simplemente tenemos que parar, detenernos y respirar y pensar en un hecho que no cambia ni cambiará ni pasará como mi dolor de panza o mi aburrimiento y ese hecho es que no importa en que “fase” estés, que tan triste, abatido, perdido, desenfocado, enojado, abstraído, escondido, acomplejado, alegre, aburrido o escéptico: Jesús te ama. Sí, así de sencillo, así de simple es este mensaje.
*para los foreigners, extranjeros y amigos de other nations chela means “beer” “cervecita” = alcohol.
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