viernes, 7 de septiembre de 2007

QUEBRANDO MI ALABASTRO III

Agua, beso y aceite

“Luego se volvió hacia la mujer y le dijo a Simón:
—¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, no me diste agua para los pies, pero ella me ha bañado los pies en lágrimas y me los ha secado con sus cabellos. Tú no me besaste, pero ella, desde que entré, no ha dejado de besarme los pies. Tú no me ungiste la cabeza con aceite, pero ella me ungió los pies con perfume. Por esto te digo: si ella ha amado mucho, es que sus muchos pecados le han sido perdonados. Pero a quien poco se le perdona, poco ama”
Lucas 7: 44 - 47 (NVI)

INTRODUCCIÓN


Alguna vez me he puesto a pensar ¿qué me diría Jesús de mi adoración? Se me escarapela el cuerpo de solo pensarlo, a quien no? En el mejor de los panoramas me diría “Mary, te falta esto o aquello, no me rendiste esto o aquello”. Y esto fue lo que le pasó al fariseo de este pasaje. Tenemos a María ofreciéndole adoración a Jesús y Simón no tuvo mejor idea que juzgarla en vez de reconocer su falta de amor, su condición espiritual, su necesidad de un Señor y Salvador, no únicamente un sanador. El prefirió creerse “superior” a esta mujer y de algún modo, no solo despreciar a María y a su adoración, sino incluso, la divinidad de Jesús. El no entregarnos a Cristo en todas las áreas de nuestra vida y no rendirlo en adoración nos conlleva a degradar la divinidad de Jesús y lo que El es.
La pregunta sería ¿Le estamos entregado una adoración íntegra a Dios? ¿Le ofrecemos todo lo que tenemos, todo lo que somos, todo lo que hacemos?
Existen 3 elementos que NUNCA deben faltar en nuestra adoración:

1. AGUA: El agua simboliza: Pureza, limpieza, sacia nuestra sed.

· Pureza: Tener un corazón puro no solo implica que debemos estar a cuentas con Dios, viviendo en santidad, sino que también incluye nuestras motivaciones y en nuestro corazón, al adorarle que sea únicamente el de darle Gloria a Dios.

· Saciedad: Anhelar ser saciados por el agua viva que solo proviene de Dios. Cuando adoramos, el Señor llena nuestro corazón con agua que “salta para vida eterna”, refresca nuestra vida espiritual. A nuestro altar personal nunca debe faltarle el agua que fluye de Dios, de lo contrario nuestra vida espiritual quedaría desértica. Recordar que nadie más que nuestro Dios puede saciar verdaderamente nuestra sed y darnos de beber agua vida, llenar nuestro sed, saciarnos de su bondad y su amor, por tanto, bebamos del agua de vida eterna.

· Limpieza: Cuando adoramos, somos confrontados con nuestra realidad espiritual a la luz de la santidad de Dios. No podremos adorar genuinamente mientras no seamos limpios de nuestros pecados, incluso los ocultos, todo lo escondido sale a la luz ante la presencia santa de Dios.

Mientras que Jesús le reclama al fariseo el no haberle dado agua, María le ofreció una adoración pura y genuina ofreciéndole a Cristo el agua que brotaba de su corazón : sus lágrimas.

2. BESO: El beso es la expresión física de algo: amor, familiaridad, respeto.

· Amor: Una adoración sin amor no vale nada, es mejor ahorrarnos la fatiga. No podemos adorar solo por que tenemos que hacerlo, por imitación, por que estamos en la iglesia y que dirán de nosotros, en fin... nada de lo que hagamos sin amor y sin una correcta motivación sirve (1° Corintios 13). El Señor es el dueño de nuestro amor, El ES nuestro primer amor y nuestro anhelo debe ser agradarle, es más, el amar a Dios es un mandamiento, “amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” es decir, lo amas o lo amas. El amor es una decisión, tu decides amar o decides no amar.

· Familiaridad: Besamos a nuestros amigos, nuestros familiares y conocidos, no vamos por la calle besando a los extraños ¿verdad? El expresar familiaridad implica que tenemos una relación por lo menos de “conocidos” con la persona que estamos besando o por lo menos nos lo presentaron. Logramos familiaridad con Dios manteniendo una relación con El, conociéndole día a día y Dios se dará a conocer. Una adoración genuina brota de un corazón que ama a diario, que conoce al ser que está adorando, mientras más lo conoces más lo amas.

· Respeto: Un beso también es señal de respeto, reconoces a la persona y por ende lo que representa, por ejemplo, dentro de la realeza es señal de respeto besar el anillo del Rey y Cristo es Rey de Reyes y Señor de Señores!! Una adoración genuina reconoce la autoridad de Cristo en su vida y en la creación.

3. ACEITE : El aceite simboliza consagración, unción y también es una señal.

· Consagración: Nosotros somos un pueblo adquirido Dios, creados con el propósito de adorar a nuestro Creador, hemos sido comprados por el precio de la sangre de Cristo, por tanto, nuestra vida le pertenece y estamos consagrados (separados) para El. No podemos ofrecerle una adoración verdadera si nuestras vidas no están absolutamente consagradas a Dios. Si estamos con un pie adentro y otro afuera, si somos espiritualmente fríos o tibios o inconstantes, si sabiendo hacer lo bueno no lo hacemos (porque “y si no es la voluntad de Dios que lo ayude??” “si me estoy inmiscuyendo en su prueba?”). La Palabra de Dios dice que todo lo que hagamos como para El Señor: en nuestra vida diaria, en el trabajo, en el ministerio y en nuestros momentos de privacidad.

· Unción: Solo el Espíritu Santo nos puede guiar a ofrecer una adoración en espíritu y en verdad. Solo el Espíritu Santo puede llenar nuestras lámparas de aceite y avivar el fuego en nuestro corazón. Cuando adoramos a Dios el Espíritu Santo inunda nuestras corazones y nos guía a la presencia de Dios.

· Señal: Esto quiere decir que somos Hijos de Dios, integrantes de su rebaño, solo quienes han consagrado su vida y aman a Dios pueden ofrecer una adoración genuina e integral.


CONCLUSIÓN

Somos Hijos de Dios, como tales no solo tenemos el privilegio sino también el deber de ofrecerle a Dios una adoración genuina, integral, verdadera, con olor grato y fragante. Debemos adorarle como nuestro Salvador con pureza y gratitud; Debemos adorarle como nuestro Rey amándole y reconociendo su autoridad; Debemos adorarle como nuestro Dios consagrando nuestra vida a El, rindiéndole nuestras vidas en santidad, saciándonos y sumergiéndonos únicamente en El.



Esto es para mi Señor:

CUANTO TE AMO MI JESÚS
NO TENGO PALABRAS PARA EXPRESARLO
SOLO PUEDO ENTREGARTE MI CORAZÓN
Y RENDIRTE ADORACIÓN AHORA Y POR SIEMPRE

SE QUE TU SEÑOR ESTÁS CERCA DE MI
PUEDO SENTIR TU MANO SOBRE MI HOMBRO
MI CORAZÓN LO RINDO HOY A TI
CUANTO TE AMO, MI CRISTO






1 comentario:

Casa Cristiana Presencia dijo...

Maruca!
Acablo de publicarte los 3 estudios en mi blog.
Cuando te metes con Dios estas en niveles inalcanzables1 Se bendecida!